En la Ciudad de México hay ciclovías que no tiene ni Obama —bueno, mentimos, él sí las tiene—, pero sin duda son mejores que las de otros estados del país. Hace falta extenderlas. Es muy sencillo ir del centro a la Nápoles, por ejemplo, pero ¡ay de aquél que quiera irse en bici a Iztapalapa entre tráilers y camiones de basura!.
Cada vez hay más cletos que llegan contentos al trabajo y sin sufrir el tráfico de las horas pico. Sin embargo la cosa se complica cuando te encuentras uno de los siguientes obstáculos en la ciclovía.
Si eres novato, esta guía te servirá. Si eres veterano, sabemos que es muy fácil que le des la vuelta a uno de estos bosses a los que te enfrentas cada día: entre viejecillas que caminan con toda tranquilidad y vendedores de mangos, ya no sabemos ni a dónde movernos ¡insert coin!

El que camina con toda tranquilidad

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Va uno a esquivando autos y a lo lejos ves a un individuo que viene con toda la calma del mundo viendo el celular o sin intención de moverse. Le tocas la campanita para que se suba a la banqueta, pero ahh como ño, el tipo ni se inmuta cuando pasas haciendo “eses” para no llevártelo de corbata. Al final, lo esquivas ¡perfect!

El tricicletero

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Está bien, la ciclovía es para todos, no hay problema. Pero en algunos tramos es tan angosta que cuando ves que hay un tipo con su triciclo tienes que aminorar la velocidad. Apenas ves un hueco, lo rebasas. El co-co-co-combo breaker es cuando tratas de pasarlo y adelante se te cruza un auto que impide la audaz maniobra. Así que ahí vas, siguiéndolo hasta que se abra un huequito. Babality.

Charcos

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El problema de los charcos (en esta época de lluvias están a la orden del día) es que no sabes lo que te espera ¿hay un hoyo que debajo de toda esa agua? ¿Hay una piedra con la que te vas a dar en toda la maraca? ¿Si lo pasas a toda velocidad te vas a mojar las nachas? En dos segundos decides si subirte a la banqueta, lo pasas o te clavas tantito al carril de autos.

El auto que queda salido

101825¡Aguas! con el reversazo.

¡Aguas! con el reversazo. ((Guillermo Guerrero))

¡Ahhh esos autos que se quedan estacionados con la cola de fuera! Uno no sabe si de repente van a dar el reversazo, si les puedes dar la vuelta o si tienes que frenar de golpe para ver si el conductor está papando moscas. Si es auto seguramente te dejó un huequito para que pases, pero si es camión repartidor seguramente vas a tener que bajar las patrullas y pasar con cuidadito ¡fatality!

Esas raíces que levantan el pavimento

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Conocemos dos lugares así, uno en la Escandón y otro en la Juárez: las raíces de los árboles que están junto a la banqueta levantan la ciclovía, así que tienes que jugarle al cirquero y no pasar muy rápido, bajo riesgo de que te des un buen sentón o te vayas de fauces ¡Salta como Mario Bros, saltaaa!

El basurero

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Cualquier ciclista puede decir que los basureros, con sus dos tambos que llevan en carrito, son la peor pesadilla porque no hay manera de moverlos, ocupan todo el carril, no se inmutan cuando les tocas la campanita y te sientes un poco culpable si les dices algo porque a final de cuentas están limpiando la ciudad. Ni modo, metes el freno, bajas las patas como Pedro Picapiedra y pasas con cuidado. Game over.
Hay otros bosses temibles: las puertas de los autos que se abren sin avisar, las piedras sueltas de la glorieta de la Minerva, las largas ramas de los árboles que tienes que pasar muy agachado y los taxis que recogen pasaje sin decir agua va. Sin embargo, preferimos eso a esperar veinte minutos a que se mueva la larga fila de autos. ¿Qué es lo peor que te has encontrado en la ciclovía? ¡cuéntanos!