La marcha del orgullo LGBTTTI de este año no pudo comenzar mejor: frente a cientos de personas y con el Ángel de la Independencia como testigo, una activista de la comunidad lésbica le pidió matrimonio, con anillo y rodilla al suelo, a su pareja. Los cuetones sonaron cuando la asombrada chica dijo que sí, con lágrimas en los ojos mientras todos los espectadores soltamos un emotivo “¡Uuuuuui!”. Y es que, ya sabemos, #LoveWins.

La salida desde la Glorieta de la Palma al Zócalo se llenó de banderas, globos, besos… y publicidad. Si tenemos que quejarnos de algo es que eso ya se convirtió en una fiesta de alegría y diversión, pero patrocinada por bancos, botanas, condones, medicinas, alcohol y pastillas para la disfunción eréctil, que van a la vanguardia de la marcha (por supuesto, para que luzcan). Si bien la entrada de publicidad no le quita su carácter carnavalesco, sí la convierten en un gran comercial (nos dimos una gran palmada en la frente cuando un grupo de chicos gritaba “no a la violencia” y el nombre del banco… ¿eso qué?).

[Ve aquí la galería de fotos de esta marcha]

Esperábamos más discursos de apoyo a la masacre de Orlando, pero no pasó de alguna mención en los discursos inaugurales. Muchos mostraron su solidaridad con los conflictos de Oaxaca o la situación que se vive en Veracruz, pero de manera fugaz.

De lo que sí estamos seguros es que esta debió ser la marcha más Periscopeada y Snapchateada de todos los tiempos:selfies por todos lados, pero más allá, transmisiones en vivo de todo lo que ocurría. Incluso un osado se trepó al trailer donde viajaba Rosa Gloria Chagoyán –nuestra querida Lola la Trailera- para mostrar al mundo lo que se vivía sobre Reforma. También vimos a Juanito bailar encima de un carro alegórico, pero ese es ajonjolí de todos los moles. Y por ahí estaba la embajadora de Estados Unidos en México, Roberta Jacobson, ¡yes!

Más allá de las banderas multicolores, de los vestidos extravagantes y de la piel al aire, esta marcha sigue siendo un ejercicio de tolerancia y de inclusión. Uno pensaría que en esta época (¡y a 38 años de la primera marcha!) las manifestaciones de odio o intolerancia se acabarían, pero nos sorprendimos cuando una viejecilla iba por todo Reforma gritando “les va a caer una bomba a todos ustedes”, un hombre se lamentaba de lo bajo que había caído la UNAM a grito pelón (eso nunca lo entendimos) y sobre avenida Juárez escuchábamos comentarios por doquier diciendo “otra vez esos jotitos”, “esas tortillas necesitan un hombre” o “pinches pu***”. Ya basta.

[lee: “Ni pecadores ni enfermos”: así arrancó la marcha]

Pero hay de todo: una banda de viento animaba a una muxe de Oaxaca mientras bailaba con singular alegría. Un grupo de batucada animaba a los curiosos a bailar y más de uno se aventó a echar brincos con el contingente. Turistas por todos lados, capitalinos que salieron a pintarse de colores a pesar de la breve lluvia. La Marcha del Orgullo LGBTTTI también es una muestra de la gran variedad de los grupos que se siente excluidos o que buscan tener una voz. Ya no solo es buscar los derechos de la comunidad, sino de todos aquellos que necesitan ser escuchados: comunidades antiespecistas, gay-cristianos, acoso a la mujer.

Es el reconocer que en nuestra ciudad todavía queda mucho por hacer, pero por lo menos el día de hoy, se pudo sentir que vamos paso a paso.

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