La tromba que anegó la ciudad el 29 de junio pasado alcanzó los 98.5 milímetros de precipitación: fue una de las más intensas en las últimas dos décadas, de las lluvias atípicas. En esta ciudad, 30 milímetros de lluvia suponen ya un reto para la red del desagüe.

La madrugada de este 29 de agosto, varias calles tuvieron que ser cerradas debido a los encharcamientos provocados por la lluvia. Los más importantes ocurrieron en Circuito Interior y sobre Eje Central. El Sistema Meteorológico Nacional ha anunciado que, al menos en la ciudad, las intensas lluvias no pararán en los siguientes días.

En mayo, las imágenes de la tormenta mostraron muros reventando por la fuerza del agua y autos sumergidos hasta el toldo. En la sede del instituto electoral de la ciudad, el nivel del agua llegó hasta la mesa de acuerdos. Y desde entonces las inundaciones no han parado.  «Estas ya no van a ser lluvias atípicas, van a ser de cada temporada. Las tenemos que esperar porque se van a presentar y cada vez más intensas», explicó el Jefe de Gobierno de la Ciudad pocos días después. «Ya nos alcanzó el cambio climático”, zanjó Migue Ángel Mancera.

Foto: Cuartoscuro

Justificó con estas inundaciones la necesidad de invertir en más infraestructura de drenaje –como el Túnel Emisor Oriente-, para lo que solicitó a la federación 10 mil millones de pesos. El diagnóstico de Mancera coincide con el del encargado de las aguas en la Ciudad, Ramón Aguirre, quien explica en entrevista que las «lluvias atípicas» se han recrudecido en los últimos años. Particularmente, desde 2015 se registran precipitaciones más intensas en intervalos de tiempo más cortos.

Pero las lluvias atípicas que se vuelven cada vez más típicas son solo la mitad del problema. La otra mitad es la escasez de agua ante el agotamiento de los antiguos lagos y manantiales. Vivimos una paradoja: esta ciudad se muere ahogada una mitad del año, y los meses siguientes muere de sed.

El cambio climático se hace más evidente en las grandes metrópolis. Como en otras urbes en el mundo, Ciuda de México está más expuesta al aumento de temperaturas. El concreto, el asfalto y el tamaño de la ciudad eleva aún más la temperatura del ambiente: el calentamiento global puede llegar a duplicarse en nuestras calles, según el investigador del Centro de Ciencias de la UNAM, Francisco Estrada Porrúa.

Posibles soluciones ante las lluvias atípicas

A mayor temperatura por el cambio climático, Ciudad de México requerirá más agua. Se necesitará bombear más desde sitios más lejanos y pozos más profundos. Esto acelerará los hundimientos. Es una espiral destructiva que debería ser detenida, según la campañista en temas urbanos de Greenpeace México, Paloma Neumann: «Es increíble el absurdo en el que vivimos: Una ciudad que cada año se inunda, y que por los esfuerzos de sus autoridades y la gran inversión en tubos, bombas y energía para que estos funcionen, han conseguido que el agua escasee en temporada de secas».

Neumann es parte de una larga lista de especialistas que piensan que la solución a los problemas del agua debería pasar por «captar y almacenar el agua que nos cae del cielo, permitir que se infiltre al subsuelo y tratar el agua que usamos».

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Elena Burns, investigadora de la UAM y representante del colectivo «Agua para todos», es otra de esas voces expertas que piden a gritos apagar las megabombas y dejar de vaciar una cuenca que por naturaleza tiende a inundarse. Sin embargo, para ella el reto en esta transición no es cómo lo vamos a hacer, sino cómo lo vamos a decidir.

«El cambio climático es un reto a los modelos de toma de decisión que tenemos actualmente», afirma Burns en entrevista con Chilango. «Tenemos que ver quiénes están tomando las decisiones y com base en qué criterios. El cambio climático va a terminar obligándonos a tomar estas decisiones entre todos, porque el modelo tecnocrático llegó a su fin».