La Ciudad de México, nuestra amada metrópoli, se distingue por muchos aspectos: su riqueza arquitectónica, el meneo de sus calles y avenidas, la variedad de sus museos… pero también por la algarabía y el color de sus tianguis, en los que se venden productos que van desde alimentos de la canasta básica, hasta ropa, artículos para el hogar y toda clase de asombrosas mercancías.

Estos mercados, también llamados sobre ruedas, gozan de gran prestigio entre la chilangada, y no es para menos, en ellos se puede adquirir lo que sea a precios muy baratos.

Pero no queda ahí el asunto, también la sabrosura y el folclore hace de estos espacios mercantiles la delicia de niños y ruquitos, de chicas y grandotas.

Por esta bien ganada fama de los tianguis, hemos elaborado el presente recuento de 10 cosas maravillosas que podemos encontrar y disfrutar en ellos, las cuales son:

1. Las micheladas tamaño briagovator, que en esos domingos calurosos hacen de nuestra resaca un oktoberfest en plena vía pública.

2. Las pruebas de comida que brindan los marchantes: barbacoa, mixiote, longaniza, chicharrón… Hay quien afirma llenar la tripa con las puras degustaciones y ahorrar con ello lo de la comida.

3. Los gritos de los verduleros. Nada como que te digan güerito (aunque estés color de llanta), reina (aunque seas más bien vasalla) o joven (aunque ya apestes a chocho).

4. Los nombres sencillos de las frutas: manzana amarilla, plátano enanote o papaya dulce (y pegajosa). Nada de manzana Golden, plátano Cavendish, papaya Maradol u otros nombrecitos raros que encontramos en los supermercados y nomás confunden.

5. La diversidad de chácharas y artículos de quinta necesidad: teléfonos de disco, filtros para el agua, guitarras sin cuerdas (autografiadas por algún célebre desconocido), regresadoras de VHS…

6. Los productos increíbles que sólo puedes encontrar ahí: el cepillito quitapelusa, los frijoles mágicos, la fauna silvestre (tortugas, tarántulas, iguanas, alimañas, tepocatas, víboras prietas…), entre otros.

7. La ropa de paca. No hay placer más repentino que ver a tus vecinas, las más fufurufas de tu cuadra, renovando ahí su guardarropa (temporada “invierno en primavera”).

[Nos dimos un rol por la ropa de paca de Pino Suárez]

8. Las fritangas más suculentas: el sope de frijol, el tlacoyo picosísimo, la flauta, la memela, la gordita… te dejan sin hambre y con un regustito sencillamente celestial.

9. Los juguetes bara bara, llenos de ingenio y utilidad didáctica, que pueden satisfacer los deseos de los más pequeños: el moco de King Kong, las bolas taka-taka (¡ay, qué dolor!), las caquitas de plástico para hacer la broma…

10. La literatura al alcance de cualquier bolsillo (o bolsa de mandado). Sí, en los tianguis se pueden comprar libros usados que van desde el Vaquero, hasta los Cien años de soledad, pasando por el Condorito y Juventud en éxtasis. ¡Para todos los gustos!

[10 libros chilangos que debes leer]

Hasta aquí nuestro recuento de maravillas tianguísticas. Sin duda faltaron muchas más, así que dinos: para ti ¿cuáles son las cosas más chidas y maravillosas de los tianguis?