Fue una historia de amor lo que llevó al Presidente a construir su residencia… Sí, la Residencia Oficial de Los Pinos tiene su origen en una anécdota romántica protagonizada por Lázaro Cárdenas y Amalia Solórzano.

Este lugar, en el que hasta ahora han vivido los 14 presidentes de México que han ocupado ese cargo desde marzo de 1935, data del siglo 19, cuando fue nombrado por sus dueños como el rancho “La Hormiga”.

Sobreviviendo a pasajes importantes de la historia, como la Reforma, la intervención francesa y el imperio de Maximiliano, fue el final de la Revolución cuando se convirtió en patrimonio del Gobierno, después de que Venustiano Carranza decretara la expropiación de esos terrenos, lo cual fue un proceso un tanto irregular.

El gran atractivo del rancho “La Hormiga” era su cercanía con el Castillo de Chapultepec, que en esos días servía como hogar de los presidentes, por lo que algunos de sus colaboradores más cercanos vivieron ahí, como Plutarco Elías Calles, que era el secretario de Gobernación del Presidente Álvaro Obregón.

La casa del presidente se traslada

Pero en 1934, cuando Lázaro Cárdenas llegó a la Presidencia, anunció que no viviría en el Castillo de Chapultepec porque le parecía ostentoso, por lo que decidió convertirlo en museo y trasladar la residencia oficial al rancho “La Hormiga”, el cual era un hermoso lugar dentro del bosque de Chapultepec, rodeado de vegetación y que se encontraba alejado del ajetreo de la Ciudad (sí, todavía no existía Periférico, Chivatito y otros ruidosas avenidas que lo rodean), además de que estaba bien comunicado con el Centro gracias al recién creado Paseo de la Reforma.

Otra ventaja del lugar era que le permitiría a Cárdenas habitar en un entorno natural, como en el que vivía en su natal Michoacán, además de que ahí podría montar a caballo (una afición que adquirió debido a que era militar) o nadar en una alberca de agua helada que se encontraba también en ese lugar y a la que solía invitar a algunos colaboradores cercanos que lo visitaban muy temprano por la mañana.

A pesar de que se trataba de un lugar rodeado de vegetación, Cárdenas mandó plantar diversos árboles, como fresnos, cedros, ahuehuetes y ocotes, todas especies de su natal Michoacán, pero también ordenó sembrar algunos pinos.

Una huerta llamada “Los Pinos”

Cuentan que esto se debió a que el general conoció a su esposa, Amalia (que en ese entonces tenía 18 años y llevaba en brazos a su hijo Cuauhtémoc… sí, el que años después fuera dos veces candidato a la Presidencia), en una huerta llamada “Los Pinos”, ubicada en Tacámbaro, Michoacán, y en donde curiosamente no había pinos, pero llevaba ese nombre porque desde ahí podía verse una montaña que estaba llena de esos árboles.

En la huerta “Los Pinos”, Cárdenas “echaba novio” con Amalia cuando él era candidato a la gubernatura de Michoacán. Eran otros tiempos, por lo que los noviazgos no respetaban edades y había que visitar a la novia a escondidas de los padres.

Así que la Residencia Oficial de “Los Pinos” debe su nombre a un homenaje que el general Lázaro Cárdenas quiso hacer al amor de su vida, Amalia Solórzano, para inmortalizar el lugar en el que se conocieron.

Después llegarían otros habitantes que levantaron construcciones espectaculares en esos terrenos, se saltaban la barda para irse de fiesta, decoraban habitaciones con máscaras y otro tipo de artesanías, invitaron al Papa Juan Pablo II a oficiar una misa privada a pesar de que la Constitución lo prohibía, se quejaban de que se oían los rugidos de los leones de Chapultepec o que compraron toallas de miles de pesos… pero esas son otras historias.

¿Se sabían esta historia?

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