Es casi la medianoche cuando llego a este lugar en la calle de Donceles, muy cerca del Centro Cultural de España. La calle se encuentra desierta, sólo algunos autos se escuchan a lo lejos. No puedo evitar experimentar una sensación extraña al recordar que en este lugar, hoy convertido en una tienda de fotografía, se cometió una masacre múltiple, tal vez la más violenta de la que haya noticia en la historia de la Ciudad de México. La puerta está asegurada con cadenas; me trepo en ella y logro ver un pasillo oscuro. La sensación es tétrica.

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Cadenas y pasillo (Pável M. Gaona)

Don Joaquín era un próspero comerciante que vivía en la Calle de Cordobanes número 15 (al ser renombrada la calle a Donceles, el número del inmueble cambió a 98), donde acumulaba mercancías y el dinero producto de su éxito en los negocios. Este hombre fue brutalmente aniquilado una madrugada del 24 de octubre junto a otras 11 personas: su servidumbre y un primo suyo. Cuando los cuerpos fueron descubiertos, se dieron cuenta de que habían sido asesinados. Primero se dijo que había sido a puñaladas,después se concluyó que fue a golpe de machete. Un dato aparentemente banal, pero macabro si se le mira con atención, es que incluso al perico se le privó de la vida: no se podía permitir que ningún testigo capaz de hablar pudiera dar fe de lo que ahí había ocurrido.

Acerca de este lúgubre suceso, Madame Calderón de la Barca en su texto La vida en Méxicoescribió lo siguiente:

“Una noche (los asesinos) sabedores de que Dongo estaba ausente, remedaron los toques que solía dar el cochero para que les abrieran las puertas. Así se colaron los ladrones en la casa. Fue su primera víctima el portero. Le derribaron en tierra y acabaron con él a puñaladas. Le siguió en turno un indio (…) después la cocinera y así sucesivamente hasta que once personas estuvieron tendidas en el suelo revolcadas en sangre”.

Como el asesinado no era un hombre común sino un rico comerciante (tal vez de haberse tratado de cualquier otro sujeto no se habría puesto tanta insistencia en la investigación) rápidamente se dio por resuelto y con un castigo ejemplar. Los presuntos asesinos fueron juzgados por la Santa Inquisición para finalmente ser ejecutados públicamente por la pena del garrote, para que sirvieran como muestra de lo que ocurriría con aquellos que se atrevieran a cometer actos similares.

¿Pacto con el diablo?

A pesar de que para algunos el móvil del asesinato no fue más que un hurto común, este hecho sangriento dio inicio a un gran número de leyendas y habladurías: algunos decían que la gran fortuna que Don Joaquín había amasado se debía a un pacto con el diablo y que la muerte de su familia y de sus criados se debió a que una vez beneficiado del acuerdo, Don Juan se negaba a rendir la veneración convenida al demonio. Según estas historias, fue Satanás el que poseyó a Joaquín Blanco, un ex trabajador de Don Joaquín, a perpetrar el crimen.

Otras hipótesis aún más escalofriantes, se aventuran a señalar que fue el mismo demonio en persona el que perpetró el asesinato y que el sirviente fue obligado por el Tribunal de la Santa Inquisición, bajo torturas innombrables, a confesarse culpable de un crimen que jamás cometió, señalando también a dos cómplices. Esta última teoría coincide con la disposición del entonces virrey Revillagigedo de poner orden una ciudad que amenazaba con salírsele de las manos: la condena y ejecución pública de los supuestos asesinos serviría más bien como castigo ejemplar para aquellos que desafiaran la ley.

¿Hecho paranormal o un acto sanguinario de un antiguo sirviente impulsado por la codicia? Cualquiera que haya sido el motivo real tras este acto, es imposible pasar de noche por esa casa sin experimentar un escalofrío. Cuentan los vecinos que desde aquella vez, sobre todo en las noches cercanas al 24 de octubre, se puede ver al espíritu de Don Joaquín rondando por la calle de Donceles, reclamando almas para terminar de pagar la deuda que adquirió con el diablo hace más de doscientos años a cambio de riquezas.

¿Ustedes conocían la leyenda de esta casa? ¿Se atreverían a ir por ahí de noche ahora que está por llegar el 24 de octubre, aniversario de este sombrío acontecimiento? Aquí una foto de la fachada, por si se aventuran a ir.

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Fachada (Pável M. Gaona)

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