Se acerca febrero, y con él la temporada de preinscripciones para los que ingresan a nivel básico. Qué escuela elegir es una dificultad por varios aspectos. Sobre todo porque la educación en instituciones privadas, en la mayoría de los casos, más que un lujo, es una necesidad ante varios problemas que están lejos del control de los padres: carencia de infraestructura (o deterioro avanzado), atención a los alumnos insuficiente debido a la sobrepoblación, falta de garantía de que se cumpla el calendario ante decisiones magisteriales (políticas)… si a eso añadimos la preparación de algunos profesores (por el tema de la venta de plazas, que aquí no trataremos), el panorama es desalentador. Ahora bien, es justo decir que muchas de las virtudes de las escuelas privadas no son tales, sino percepciones resultado de la mercadotecnia. Debido a estos y otros problemas, aquí analizamos 10 aspectos que pueden ayudar a tomar una mejor decisión. Al final, sólo siendo consumidores mejor informados podremos impulsar, desde el lado de los padres, escuelas más competitivas. Y vaya que nos hacen falta.

1.- Ubicación

Se dice que la mejor escuela es la más cercana a la casa (o trabajo). Esto es cierto, pues resulta práctico ya que se facilita el traslado y es fácil responder en caso de alguna emergencia. Una buena forma de empezar es conocer cuáles son las escuelas más cercanas y de ahí comenzar a evaluar otros aspectos como las cuotas, el sistema de enseñanza, el prestigio de la institución etc. Una vez hecha la selección, es importante ensayar los traslados en los horarios habituales de la escuela para calcular el tiempo que se necesita para llegar puntual a la hora de llegada y salida (en días comunes). Puede ser que una escuela más cercana tenga conflictos viales que no existen en una un poco más alejada.

2.- Economía

Uno de los aspectos que sin duda influirá en nuestra decisión final es el económico. Ya que ubicamos las más convenientes, hacemos una nueva lista con base a nuestro presupuesto real. Aquí es muy importante ser honestos, pues como padres no estamos exentos del esnobismo de tener a los niños en escuelas que venden la idea del acceso a una especie de club de las ‘celebridades’. Cuidado. Cualquier experto en finanzas recomendará que el precio de las colegiaturas no supere el 30% de los ingresos mensuales.

3.- Tomar en cuenta lo que nuestros hijos quieren

Una vez que tenemos una lista de las escuelas que además de cercanas se adaptan a nuestro presupuesto, es indispensable platicar con los niños. Hay que buscar las páginas de Internet de las escuelas seleccionadas y ver, junto con ellos, qué ofrecen, imágenes de sus instalaciones y el perfil de la institución: si es laica, si ofrecen algún tipo de instrucción adicional al programa de la SEP, si hay actividades vespertinas etc.

De esta manera podemos conocer la inclinación de nuestros hijos y tomar en cuenta su opinión, pues ellos observan otros detalles, como la comodidad de las instalaciones para juegos y recreo o la distancia de los baños y su discreción con respecto a sus salones de clase, etc. Recordemos que para ellos es importante un lugar bien acondicionado para convivir y jugar.

4.- Consenso de expectativas

Después de hacer consenso con nuestros hijos y fincar un presupuesto, podemos enlistar lo que necesitamos, o no, de la escuela: que se enseñe uno o más idiomas, que haya talleres vespertinos (hay que verificar costos), que su horario sea más amplio (si hay mil actividades –como festivales cada mes– y un horario normal, es seguro que no se cumplen los calendarios mínimos de la SEP), que proporcionen alguna instrucción religiosa, que tengan cierta cantidad de alumnos por grupo, que realicen actividades extra académicas (programadas, no improvisadas) etc. Algo importante a considerar es que se trata de una escuela, no de un club deportivo ni social, así que todo lo que ofrezca además de un buen servicio académico o profesional, es accesorio y prescindible (sobre todo si por ello las colegiaturas se triplican).

5.- La primera impresión

Una vez que seleccionamos las que más se adecuan a nuestras posibilidades, es momento de solicitar una cita en cada una de las elegidas para analizar a fondo aspectos como las instalaciones y la calidad de su servicio. Las escuelas siempre dirán las cosas que han visto que convencen a otros papás y mostrarán imágenes edénicas de sus instalaciones, hay que investigar el otro lado de la moneda.

Lo más importante al momento de llegar por primera vez a una escuela es contar con información previa y ser muy observador. Desde antes de entrar es importante observar las condiciones del estacionamiento y de seguridad (si a la entrada el vigilante pide identificación y si hay protocolo de visitas, si la puerta permanece cerrada, si sus proveedores externos pueden deambular por las instalaciones, etc.) Posteriormente, es necesario observar el estado general de las instalaciones, si están en buenas condiciones y la higiene (los baños son un punto clave y si no nos permiten revisarlos, por supuesto hay que sospechar). También es importante conocer la cantidad de alumnos que admiten en cada grupo y equipararla con las dimensiones de los espacios: salones de clases, gimnasio, cafetería, auditorio etc. A esto hay que sumar aspectos como la iluminación natural de los salones, la ventilación, si el gimnasio está techado, si el área de juegos es segura, el aspecto de las áreas comunes como patios y jardines y las condiciones de las salas de cómputo (si las máquinas se ven en buen estado y son las suficientes para la cantidad de alumnos).

Recordemos que la primera impresión es fundamental, y si desde el día que llegamos a pedir informes notamos que hay descuido, o que la persona que nos atiende no es capaz de responder claramente y sin circunloquios a nuestros cuestionamientos, o ni siquiera hay la posibilidad de una visita guiada, entonces ya tenemos elementos para descartarla.

CONTINÚA, DA CLIC EN SIGUIENTE