Decálogo de las trajineras
Por: Colaborador
Sería bueno decir que estar encima de la barca (llamada Lupe) en medio de la vegetación prehispánica es una experiencia mística. Hace algunos años lo era. La gente iba con sus familias, el lago estaba limpio y no existía peligro. Ahora las cosas son un poco distintas:
Primera:
Xochimilco es considerado Patrimonio de la Humanidad por su valor cultural, ecológico e histórico. Comparto una noticia: el agua limpia que pretende regar la flora del supuesto “parque ecológico” hoy recibe aguas negras. El riesgo de que estas dejen de ser patrimonio cada vez es mayor.
Solución: Usemos el agua limpia para otras cosas y declaremos esta zona el primer parque natural darketo del mundo.
Segunda:
Los botes de basura en México parecen ser un artefacto inexistente. Se pensaría que en una reserva ecológica habría basureros por doquier (incluyendo arriba de la Lupita, Carmela o la trajinera de su preferencia). No: la basura doméstica se incluye como parte de la decoración.
Solución:Aceptemos nuestra realidad: el bordo de Xochiaca ya no puede recibir basura y si desde hace años la tiramos en los canales de Xochimilco, pues ya oficialicemos el cambio.
Tercera:
El mayor protagonista en la experiencia trajineras (conocidas por muchos como las “trajinebrias”) es el alcohol. Hay trago para todos los gustos. El ron Bacardí, por ejemplo, es el predilecto de los oficinistas, que visitan los jardines flotantes con frecuencia. Las vueltas alrededor del lago no se terminan mientras dure el alcohol. Las consecuencias: personas en estado decadente a las cuatro de la tarde.
Solución: privaticemos los canales. Que las alcoholeras los administren y que se organice una megapeda monumental cada fin. Llegarían más turistas a este bucólico bar con cielo abierto.
Cuarta:
¿Qué ha pasado con las experiencias que invitan a un México folclórico? Ahora desde las diez de la mañana el aire se invade de gritos, los pubertos vomitan en el lago y nunca falta aquel final dramático que concluye con el borracho que se cae al agua (no se sorprenda si este termina con tifoidea).
Solución: Hagan un megabachillerato en modalidad acuática. Las clases podrán impartirse en los breves lapsos de cruda. El índice de ausentismo de los pubertos será casi nulo.
Quinta:
El tráfico es un elemento constante. Tráfico para llegar a Xochimilco, tráfico para salir y, por supuesto, tráfico de trajineras. Sería bonito sentirse alejado de la infraestructura de la ciudad de México, pero el exceso de lanchas en el lago hace imposible sentir el espacio abierto.
Solución: hagamos un festival de música en los canales, que el slam se arme entre trajineras. Qué divertido.
Sexta:
Una compañera de barca saltaba de una a otra para llegar a la salida. En un tropiezo quedó con las piernas en la trajinera y las nalgas en el agua. El lanchero (muy amable, muy propio) la ayudó a pararse y como agradecimiento se tomó la libertad de soltarle a la accidentada una nalgada y complementarla con un “¡está buena!”
Solución: Declaremos a ésta la zona oficial de las playeras mojadas de la ciudad: “Y nuestra siguiente participante baila asiiii”.
Séptima:
Es hora de bajarse de la lancha, hora de agarrar el ipod, las bocinas y fondearse las gotas de la felicidad. Ella hace lo que se le pide olvidando un pequeño detalle: la bolsa. Dentro de la bolsa las llaves del auto. En menos de un minuto ella se percata de su bolso ausente y vuelve a su lugar de origen. Ya no hay bolso y por supuesto, no hay llaves de auto.
Solución: Una oficina tipo Lost & Found estaría muy bien para juntar todo lo que esos buenos samaritanos alejan de las garras de la gente mala. Ajá.
Octava:
En el reino del alcohol la comida es escasa. Si bien se puede encontrar una balsa de esquites cada media hora, si no se mete comida en la lancha es posible que el hambre perdure. Para no romper con el equilibrio del lugar, la comida vendida es evidentemente poco higiénica e insalubre.
Solución: aprovechemos la flora y fauna local para generar un movimiento xochimilca pro slow food.
Novena:
Tras un largo día de paseo en lancha, la gente regresa a su casa. Por supuesto en auto y por supuesto con tragos encima. En el parque ecológico no hay un solo sitio de taxis, lo que promueve los accidentes viales.
Solución: Hagamos una unidad permanente del alcoholímetro en los canales en donde los coyotes que tramitan amparos paguen impuestos. Nunca más volveríamos a hablar de la tenencia.
Décima:
Una experiencia que podría ser agradable se ha vuelto una mezcla de llanto, robo, borracheras y accidentes.
Solución: Declaremos a Xochimilco provincia independiente. Nos hace falta algo así como un principado que nos haga lucir bien europeos.
Ustedes seguro tienes más experiencias/soluciones.