A finales del siglo 19, el Paseo de la Reforma había impulsado la creación de diferentes colonias a sus costados, como la Juárez, pero quedaba un pequeño cuadrante en el que parecía que el desarrollo no había llegado, se llamaba Potreros de la Horca.
Ese lugar de lodazales y con actividad rural quedaba muy cerca del Centro, a unos metros de donde se había colocado la estatua del “Caballito”, y que con el tiempo fue cuna de varios proyectos fallidos. Hoy, a esa zona, se le conoce como la colonia Tabacalera, así que vale la pena darle un repaso a sus orígenes.

El Palacio del Conde de Buenavista… Buenavista… ¡Buenavista!

Sobre la calle de Puente de Alvarado, hoy se puede ver un imponente edificio colonial de dos pisos y de estilo neoclásico, el cual alberga el Museo de San Carlos; pero ese lugar fue levantado gracias al amor de una madre que quería todo para su amado hijito.
En los últimos años del siglo 18, María Josefa Rodríguez de Pinillos y Gómez de Bárcena —no, no era una señora de Las Lomas, sino marquesa de Selva Nevada— le encargó al famosísimo arquitecto Manuel Tolsá, el mismo que creó “El Caballito”, que construyera un hermoso palacio para su hijo, a quien también le otorgaría el título nobiliario de “conde Buenavista”.
Pero resulta que el afortunado hijito no alcanzó a recibir el espectacular regalo, debido a que murió antes de que terminara la construcción de este edificio de cantera gris.
Posteriormente, el edificio fue utilizado como elegante vivienda para personajes como José María Romero de Terreros (el Conde de Regla, el de Santa María Regla, en Hidalgo) y Antonio López de Santa Anna (el que hizo que hoy Estados Unidos sea dueño de California, Arizona, Utah, Colorado, Nevada y parte de Wyoming). Tras un periodo en desuso, pasó por diferentes manos, como las del emperador Maximiliano de Habsburgo, quien la compró para regalársela a sus cuates.
Pero en 1899, ahí se estableció la empresa Tabacalera Mexicana Basagoiti Zaldo y Cía.
Más adelante regresaremos a ese año. Por ahora, recordaremos que, en el siglo 20, por ahí de la década de los 40, se estableció en ese inmueble la Lotería Nacional, más tarde fue sede de la Escuela Nacional Preparatoria y desde 1986 es el Museo Nacional de San Carlos.

La fundación

Regresemos a 1899. Los dueños de la empresa Tabacalera Mexicana Basagoiti Zaldo y Cía., que se estableció en lo que hoy es el Museo de San Carlos, pensaron crear una colonia a las espaldas de este edificio para que ahí vivieran sus trabajadores, pero diversos motivos, como la Revolución, impidieron que se llevara a cabo ese proyecto.
Sin embargo, ese año es considerado como el origen oficial de lo que hoy es la Colonia Tabacalera, la cual empezó a tomar forma hasta unas tres décadas después.
Así, esa fue una de las últimas zonas que perdió su apariencia rural, a pesar de que se ya se habían creado colonias como la San Rafael o la Santa María La Rivera.
En 19 calles, hacia los años 30 ya se habían levantado grandes casonas y edificios de departamentos, además de icónicas construcciones de la ciudad como el Frontón México y el edificio Moro, que es sede de la Lotería Nacional.
De hecho, en la década de los 40, el presidente Lázaro Cárdenas propuso que esa colonia se llamara “Revolución”, pero los habitantes de la Ciudad de México le siguieron llamando “la Tabacalera”.
Hoy, la Tabacalera consta de 49 manzanas situadas dentro del triángulo que conforman las avenidas Insurgentes, Reforma y Puente de Alvarado.

Llena de proyectos fallidos

Pero antes de eso, esa zona fue sede de diferentes proyectos inconclusos, como el de levantar una especie de “barrio imperial”, en donde Agustín de Iturbide, en el siglo 19, proyectaba construir grandes palacios de mármol, teatros, bibliotecas, estadios, hospitales y extensos parques, además de suntuosas oficinas de Gobierno. El sueño no se volvió realidad, quizá porque solamente estuvo en el poder unos meses.
A mediados de ese mismo siglo, también se pensó que en la zona se podría levantar una enorme cárcel, la más moderna de su tiempo, ¡con 600 celdas!, pero por problemas económicos sólo se lograron colocar los cimientos de la gran barda que la delimitaría en lo que después se aprovechó para trazar lo que hoy son las calles de Lafragua y Vallarta.
También se pensó levantar ahí, a finales del siglo 19, una “exposición internacional”, una especie de feria que se usaba mucho por esos años en otras ciudades del mundo para presentar los últimos adelantos tecnológicos, científicos y tecnológicos provenientes de otros países (años después se intentó hacer lo mismo unas cuadras más adelante, en lo que hoy es el Museo del Chopo).
Tras construirse una calle que comunicaba a esa zona con la estación de ferrocarriles de Buenavista (que hoy es trazado de la calle de Ponciano Arriaga y Jesús García, la cual corre paralela a Insurgentes), el proyecto se abandonó.
Pero el mayor proyecto inconcluso de ese rincón de la CDMX se presentó cuando el gobierno de Porfirio Díaz inició la construcción del Palacio Legislativo (el equivalente a lo que 70 años después fue San Lázaro), del cual se colocó la primera piedra en septiembre de 1910.
Pero la Revolución Mexicana suspendió los trabajos de este lugar y, años después, se desmantelaron algunos de los avances, pero se dejó la cúpula central del edificio, la cual se aprovechó en 1938 para crear lo que actualmente es el Monumento a la Revolución.
Así fue el inicio de la Colonia Tabacalera.
¿Qué lugar te gusta más de esta colonia?

También lee: