Nos encanta que nos quieran y que se preocupen por nosotros. Que desde que nos tenían en sus entrañas nos cantaran, arrullaran, se llenaran la boca de pasteles para alimentarnos y estuvieran dispuestas a entregar su vida por nosotros. Sin ellas no hubiéramos sido nada. Ni llegado al tercer día, pues. Sin sus atenciones, su buena onda, su melosidad y dedicación por convertirnos en personas de bien, seguro ahora no estaríamos rascándonos la cabeza.

El problema es que tal vez en nuestro ADN había predisposición de ser unos mal portados, ya saben, aquello de que nadie experimenta en cabeza ajena. Teníamos que probar y comprobar. Y sacarles canas verdes.

Analizamos la conducta de algunas madres, estas fueron las frases chantajistas que escuchamos con más frecuencia.

‘No es posible que me hagas esto, con todo lo que yo he hecho por ti’

Situación: No hicimos lo que ellas querían. Quedarnos a vivir en la casa materna hasta los 40 años, por ejemplo.

Reflexión: ¡Nos tuvieron en su vientre durante nueve meses! No podían dormir. Sufrieron la maldición del estreñimiento, el insómnio, el trauma de verse en un cuerpo que quién sabe de quién era. ¿Y encima nos ponemos en ese plan de intentar tener una vida? Somos unos malagradecidos. Y a ellas les encanta repetírnoslo cada vez que experimentamos aquello que algunos conocen como libre albedrío.

‘El día en que yo ya no esté…’

Situación:Ocurría, por ejemplo, que teníamos una discusión y ambas terminábamos gritando. Nos decíamos cosas horribles. Ella, obvio, tenía que ser la última en decir algo. Era esto.

Reflexión:Ah, esas ganas suyas de recordarnos que la muerte es una godín que trabaja las 24 horas de los 365 días. Ah, pero no lo hacían porque de verdad pensaran en todo lo que sufriríamos porque la mujer que nos amó más que a nada en el mundo ya no estaría. Lo hacen porque creen que procrearon a un monstruo sin sentimientos al que no le iría ni le vendría que ella ya no estuviera. Dramáticas.

‘¿Ese es el ejemplo que le estás dando a sus hermanos?’

Situación: Te llaman a la mesa para que comas los sagrados alimentos que ellas, con tanto amor, te habían preparado. Tú sencillamente tenías “cosas más importantes que hacer” y no ibas. Tampoco tus hermanos. Igual pudo haber ocurrido que te comiste la torta cuando todavía no acababas ni la segunda clase… Te embarazaste, pues.

Reflexión: Claro, porque si tú te aventabas de un puente, tus hermanos –zonzos– irían corriendo detrás de ti, nada más porque tú eras el mayor y tenías que vivir con la maldición de ser el bien portado de la familia. Y el que tuviera la mejor chamba, el que se encontrara con una pareja tipo película de disney, cosas así.

‘Mientras vivas bajo mi techo…’

Situación: Te largaste de fiesta, no le avisaste. Regresaste al día siguiente con el ojo pelón y dispuesto a dormir por horas. Ja. Obvio te pusieron a limpiar la casa entera. También pudiste haberle platicado tus intenciones de tatuarte, andar de novia/o con un/a tatuado/a, dedicarte a tatuar… Los tatuajes son sus peores enemigos. Eso y las motos.

Reflexión:Ellas son dueñas de tu cuerpo, de tu tiempo, de tus decisiones, de las estupideces que cometes, de las cosas que tú creías que eran tuyas. ¿Por qué es tan difícil para ti entenderlo, eh? ¿Eeeh?

‘Cuando tengas hijos me vas a entender’

Situación:Con todo lo que pasan en las noticias ¡y nosotros seguimos saliendo a la calle! Mueren de miedo porque algo le ocurra a sus polluelos. Y nosotros –adolescentes eternos– queremos comernos la vida loca de un bocado.

Reflexión:Evidentemente nuestra juventud nos hace unos ignorantes que en diez años tendremos venganza. Ellos lo saben y disfrutan cada vez que nos lo dicen. Y creen que nos asusta. Bah, ya lloraremos después.

‘Guarda esas lágrimas para cuando yo me muera’

Situación:Estás chille y chille porque el/la méndigo/a al/a que le entregaste tu corazón por primera vez en la vida te dejó por la/el descerebrada/o esa/e. Ella ya usó todas las frases hechas posibles. Está en desesperación, no sabe qué decirte para que entiendas que, de esas, va a haber varias. Se usa a sí misma como carne de cañón.

Reflexión: Si para ella tú eres lo más importante en la vida, ¿por qué tú tienes el atrevimiento de llorar por alguien a quien ni siquiera le importas ya? Así, como si se te estuviera acabando el mundo. Que se te acabe por ella. Y punto.

‘El día en que me vuelva un estorbo, llévame al asilo’

Situación:Tienes una vida. A veces tienes tiempo de ver a tu madre. A veces no. Los fines de semana tienes mil planes. Le das minutos de atención. Ella lo siente. Y le aterra la vejez. Que ya no se valga por sí misma. Y tú con millones de cosas en la cabeza.

Reflexión: Les encanta hacerse las sufridas. Porque, claro, conseguimos nuestro objetivo de conseguir la individualidad y la independencia que tanto nos exigieron. ¡Y ahora resulta que lo hicimos mal! La cosa es que ellas ya están pensando en la vejez. Y en que “se convertirán en un estorbo”. Es entonces que la abrazas. Le dices que no, que jamás. ¡Lo logró!


‘¿Para eso me la paso trabajando? ¿Para que te conviertas en un vago, bueno para nada?’

Situación:Lunes, 4pm: Estás sentado en la sala de tu casa, jugando Play. Sábado, 8pm: Estás arregladísimo, listo para la fiesta. Domingo. 1 pm: Estás en pijama, viendo la tele, esperando que alguien te prepare el desayuno. Ella, desde la puerta de tu cuarto, te lo dice.

Reflexión:Parece que cada que nos salen con que terminaremos como pobres indigentes –porque, sí, lo repiten con singular alegría, durante un sólo día– se les olvida que tuvieron infancia, adolescencia, cansancio. Y es que su mayor temor es que no seamos alguien en la vida, como los del ICEL. Un ratito de calma en nuestras vidas las pone muy, muy mal. Lo que ellas no saben es que uno no se convierte en, uno así nace, pues.

¿A ti con qué frasecita te chantajeaban?