Pecando de escepticismo, lo primero que suelo hacer al entrar a un sitio de campañas en línea es buscar sus logros. Al entrar a esta sección de la página de Avaaz lo primero que encontré fue el siguiente titular: “Victoria en la guerra contra las drogas”. Solo por hacer un pequeño contraste, abriendo la primera página de un periódico de circulación nacional lo que encontré fue: “Por segundo día consecutivo, narcos incendian negocios en Chihuahua por no pagar extorsión”.

Avaaz, en su página principal, tiene una lista en línea de todas las causas que se están “disputando” actualmente y un contador de personas involucradas. Por mera cercanía, hice clic a la campaña que me parecía más congruente investigar: “Terminen la guerra contra las drogas”. Si no les parece suficientemente colosal esta tarea, den un clic al resto de las campañas; uno encontrará titulares como “Detengamos la tragedia en Somalia” o “Palestina: la próxima nación del mundo”.

En fin, Avaaz se plantea a sí misma como la plataforma global para el cambio político, “incluso más efectiva que las Naciones Unidas”. Su modo de operación simplemente consiste en un sistema de encuestas donde se censan las prioridades políticas en la agenda pública global. Después, las campañas más votadas son abiertas a participación: con solo hacer un clic e ingresar un mail, uno está participando ya en una campaña global.

Por ejemplo, al firmar la campaña para terminar la guerra contra el narco, aparece un mensaje que dice: “Gracias por unirte al llamado para terminar la guerra contra las drogas. Tu nombre ha sido añadido a la petición…comparte en Facebook y en Twitter”.

El objetivo final de la campaña contra las drogas en Avaaz consistió básicamente en decirle a Ban Ki-moon: “Tenemos más de medio millón de firmas, necesitamos que se haga algo”. El secretario Ki-moon, aceptó y prometió formar una fuerza integral en la ONU para la búsqueda de soluciones.

Un pequeño paréntesis: en México somos más de 100 millones de mexicanos, no me sonaría descabellado que por lo menos el 1% (más del doble de los individuos que firmaron la petición) esté en contra de la guerra contra las drogas, esto sólo a nivel nacional.

Otro logro que Avaaz se adjudica es el siguiente: “Romper el tabú en torno a la descriminalización de las drogas”. Dicen haber formado un consejo de ex presidentes que actualmente discuten el tema y que se publicaron más de 200 mil artículos en todo el mundo.

¿Ex presidentes discutiendo la descriminalización de las drogas?, ¿500 mil firmas para un problema que afecta a varios cientos de millones? Y ¿victorias en la guerra contra el narco desde la comodidad de casa? Honestamente, esto me suena a otra cosa completamente diferente a activismo o a cambio.

En una entrevista de hace un par de meses, Julian Assange declaraba los grandes peligros de las redes sociales privadas en internet. Ponía como ejemplo a Facebook y Twitter, que, tras la rebelión en Libia y en Egipto, se adjudicaban el triunfo del pueblo: La revolución de las redes sociales, Facebook salvando Medio Oriente y cosas similares se encontraban al por mayor en todos los titulares. Assange veía un peligro cierto: la privatización de las luchas sociales por empresas y corporativos en internet.

Las nuevas tecnologías han abierto toda una nueva manera de compartir información y conocimiento y han ofrecido toda una nueva gama de herramientas para los ciudadanos, a nivel global. Sin embargo, no hay que olvidar que la tecnología, además de ser completamente neutral por sí misma, a final de cuentas es siempre operada desde su gestión por la misma lógica corporativa de cualquier empresa. A las nuevas tecnologías hay que pensarlas como el nuevo producto de una farmacéutica: si bien pueden ser usadas para salvar vidas, los intereses subyacentes siempre serán comerciales.

En este sentido, ¿qué debemos reflexionar sobre las campañas en línea? El medio es el mensaje y toda representación es representación de poder. Mientras no desarrollemos tecnologías nosotros mismos que lleven a una activación política comprometida, no pasaremos de ser consumidores, como siempre hemos sido, de tecnologías extranjeras. Y si los productos que nos venden son herramientas de relación, por lo tanto, nuestras relaciones estarán fundamentadas en interfaces de consumo y explotación importados.

No quiero ahondar más en mis suposiciones ni en mis ideas. Sin embargo, los invito a que visiten Avaaz y ustedes mismos se formen una opinión sobre su “victoria en la guerra contra las drogas”, ustedes que la viven a la vuelta de la esquina. También los invito a una nueva etapa de la política global: “la privatización de la consciencia social”.