Algunos completamente desnudos, otros, con dibujos en sus partes, otros más con ropa interior y el resto, disfrutando del espectáculo que dio la caravana de ciclistas que piden el respeto de los automovilistas, con los que comparten las calles del DF.

De Reforma al Zócalo, y de ahí a la Plaza Río de Janeiro en la Roma. Bromearon, convivieron, intercambiaron opiniones y se ayudaron a pintar el cuerpo.

Todos con el deseo de ser respetados en las calles, de pedir un espacio para las bicicletas y la pacífica convivencia con los conductores de esta ciudad que los ven como obstáculos en su camino y no como ciudadanos más que también tienen el derecho de circular sin contaminar.