Por: América Gutiérrez

La imágenes de la ciudad se suceden con una habilidad plástica poco frecuente en el cine mexicano. “Un mundo secreto” es un largometraje hecho con pincel, con impresiones muy personales de la Ciudad de México, de los caminos y del mar. Es una historia que se cuenta de manera casi pictórica a través su fotografía.

“Un mundo secreto” es la primera película del director Gabriel Mariño Garza, formó parte de la selección Generation en el Festival de Berlín en su edición 62 donde se estrenó mundialmente. Estuvo en San Sebastián, Buenos Aires, Toulouse, Grecia por mencionar algunos y recibió importantes premios en el XXVII Festival Internacional de Cine en Guadalajara y X Festival Internacional de Cine de Cuenca, Ecuador 2012.

Pero a nosotros como espectadores de que nos sirve que una película haya estado en tantos festivales ¿cuál es la garantía? ¿qué hace la diferencia? Quizá si nos detenemos a pensar en las opciones que tienen los cineastas en nuestro país, nos encontremos con qué ese “festivaleo” resulta vital para superar los circuitos alternativos de exhibición (foros importantes pero insuficientes para dar a conocer trabajos de esta calidad) y llegar a las salas comerciales por lo menos con una discreta pero necesaria presencia.

“Un mundo secreto” es protagonizado por María (Lucía Uribe) una adolescente que vive en soledad y confinamiento sus últimos días en la preparatoria, además tiene graves problemas de comunicación con su madre y tiene la moral bastante relajada. El viaje comienza con un detonador casi imperceptible. María sale al encuentro de si misma con una inmensa mochila y su diario, donde no hay acciones, ni amigos, solamente están ella y las palabras que se dirige a si misma.

Cada parada en el camino trae un personaje que interactúa con María, siempre desde sus reglas, sin dramas, sin despedidas. Los personajes secundarios: la joven madre (Olivia Lagunas) y el humilde migrante (Roberto Mares) sorprenden con actuaciones bien delineadas y naturales, gracias a ellos podemos ver un poco más de la criptica María.

Mención especial al diseño de audio y sonido directo, el público mexicano agradece que se hayan tomado su tiempo y que el resultado esté tan bien logrado (la sensación de estar en cerca del mar y los diálogos son impecables)

La película es contemplativa; el ciclo de María se cierra al llegar a su destino ahí nos dirige la mirada y comparte su mundo secreto de manera directa con el espectador, el largometraje termina de manera sutil y con un punto de vista inusual pero esperanzador.

“Un mundo secreto” es una visión personal que se vuelve universal por el tema y la particular mirada del director; pero cabe mencionar que hay un punto de encuentro más allá de forma: Todos fuimos adolescentes y no necesariamente nos la pasamos bien.