En casi toda la historia de la ciencia ficción se ha dictado la premisa del potencial destructivo de los seres humanos, siempre con la limitante de nuestra tecnología atrasada.

Generalmente, sobre todo en la ciencia ficción occidental, solemos depender de alguna raza superior que nos ayuda, o de héroes solitarios que salvan el mundo por un pelito de rana.

En su última película, Guillermo del Toro eligió el camino contrario: ante la amenaza de una pandilla de monstruos gigantes que provienen del fondo del mar, la raza humana se une para desarrollar su potencial destructivo y dan vida a sus propios monstruos robóticos.

Para hacerlo, Del Toro se dio vuelo con las referencias orientales –¿se acuerdan de Godzilla, Gamera y Mothra; de Mazinger Z, Ultraman y Evangelion?– a tal grado que los monstruos se llaman kaiju (palabra japonesa que significa bestia extraña) y los robots jaegers (que literalmente significa cazador en alemán).

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Del Toro (Getty Images)

En los avances que vimos –presentados por un mensaje en video donde el propio Guillermo del Toro explica cómo creó un universo más complejo que una simple trama de robots contra alienígenas–, se ve un prólogo que narra la llegada del primer kaiju que emerge en las costas de San Francisco y cómo es derrotado por armas convencionales. Aunque destruyó media ciudad. A ese primer monstruo le siguen otros hasta que la humanidad se une para crear robots y defender el planeta.

La estrategia resulta exitosa, al grado que los pilotos de los jaegers se convierten en celebridades ya que para pilotarlos son necesarios dos humanos que controlan un hemisferio del jaeger a través una conexión vía ondas cerebrales.

El problema con los kaiju se agrava cuando aparecen con más frecuencia, incluso con mayor rapidez que la de los humanos produciendo robots.

Eso lleva a un ataque frontal por un grupo de jaegers de distintas partes del mundo donde Gipsy Danger –el jaeger de los EUA, claro– es la estrella y cuyos pilotos son Raleigh Becket y Mako Mori (Charlie Hunnam y Rinko Kikuchi, respectivamente).

Uno de los atractivos principales de Titanes del Pacífico son los combates épicos de monstruo versus máquina. De hecho, la secuencia principal de pelea dura 25 minutos –nosotros pudimos ver parte de ella– y es protagonizada por Gipsy Danger en la bahía de Hong Kong, donde se desarrolla parte de la trama–recordemos que las grandes metrópolis son ciudades costeras y los principales objetivos de cualquier ataque alienígena.

Lo que verás a partir del próximo 12 de julio –cuando estrena la película– son combates espectaculares que rivalizan con peleas de artes marciales mixtas. Algo así como ver a dos edificios de 25 pisos de altura madreándose entre sí, utilizando movimientos de artes marciales, peleas callejeras y puñetazos al estilo Mazinger Z.