Por Verónica Sánchez Marín

El gótico, siniestro y romántico universo de Tim Burton se ha convertido en una marca registrada que, lamentablemente, ya no da lugar para lo imprevisto últimamente. Eso sí: es un maestro del humor tétrico que no deja de recordarnos los hits televisivos de La familia Monster y Los locos Adams hasta en sus dramas. Con Sombras tenebrosas (Dark Shadows, EUA 2012), el director estadounidense ofrece una película en la que su imaginario se queda un poco corto, demasiado diluido por una época donde el disfraz es la onda para deambular por las calles, los centro comerciales y los escenarios cotidianos más disímiles: la década de 1980. Lejos quedaron los mundos íntegramente diseñados por Burton, como el fascinante El extraño mundo de Jack (1993) o El joven manos de tijera (1990), por mencionar algunas de sus obras maestras. Es decir, la labor de esta última entrega (si eres fan de sus mejores momentos), te deja frío.

Sombras tenebrosas adapta la serie televisiva homónima que se transmitió de 1966 a 1971. Pero a diferencia de aquella telenovela gótica, la de Burton es una comedia hilarante, una mofa de un pasado pretencioso que, seguramente, sirvió de inspiración para el look de Robert Smith y otros rockeros “oscuros” y tristes. Sobresale el clímax forzado, quizá por el poco espacio que deja para asimilar la naturaleza de los personajes, hijos de una cultura demasiado colorida y glam para un ser de la noche.

Evidentemente, la película no es una de las grandes apuestas ni estéticas ni estilísticas de Burton: se trata de un divertimento donde se explota la nostalgia de una generación (que conoció la telenovela gótica) y el anacronismo de quien no puede terminar de comprender su presente, pues parece proceder de otra época (tal vez el reflejo del propio director, quien se considera a sí mismo proveniente de otro siglo).

Barnabas Collins (Johnny Depp) es un vampiro cool y culto que despierta de un sueño de dos siglos a la década de 1970. En busca de respuestas, enfrenta la melancolía y la pérdida –de su amada y la vida como ser humano– y vuelve a caminar por los lugares que signaron su vida antes de transformarse en un no-muerto. La historia se desarrolla en el Maine del siglo XVIII, con una bella y despechada bruja (Eva Green), que condena al vampirismo a su amante (Barnabas Collins), quien se enamora de otra mujer (Bella Heathcote). Con el despertar del abatido chupasangre y su deseo de encontrar un refugio en su ahora arruinada y crepuscular familia, la tragedia se convierte en una comedia a fuerza de desatino. De por sí, 1970 fue una década donde el aerosol y los estilos exagerados nos heredaron gracias irrisorias de primer orden.

Los personajes jocosos sostienen la trama. Johnny Depp hace gala de sus habilidades camaleónicas para ofrecer a un vampiro anticuado. Sus modales exagerados e ideas machistas son resultado de su atraso, pues durante 200 años permaneció bajo tierra encerrado en un ataúd. Tan intolerante, que tiene actos de intolerancia mayúsculos… como cuando ataca al televisor al escuchar a la melodiosa Karen Carpenter cantar “Yesterday Once More” —canción sugerente del estado de (des)gracia que pasa el personaje.

También destacan en esta película las actuaciones de Michelle Pfeiffer, Eva Green y Chloë Grace Moretz. Para los amantes de esos primeros espasmos del bubble gum y el rock & roll, hay momentos inigualables, como la aparición de Alice Cooper. Además, el espectacular diseño de producción y la música de Danny Elfman, sintetizan un precedente único para la fotografía pop de Bruno Delbonnen nos recuerdan en todo momento que estamos en un cuento de Burton.

No se sabe muy bien si Sombras tenebrosas quiere ser una comedia de terror o un drama romántico con tintes paródicos. La melancolía, la magia y la sensibilidad de las obras mayores de Burton está ausente en esta última entrega, aunque no deja de ser una excelente decisión para ir al cine. Además, El joven manos de tijera o El gran pez se filman una o dos veces en la vida. Es injusto pedirle a alguien un estado de gracia perpetuo. Y si no salen con ganas de escuchar a músicos de los años 70s, entonces quizá la película habrá fracasado.