Por Fernanda López Díaz

Cada vez los romances independientes son más parecidos: la niña extraña pero hermosa se enamora del tipo feo (ok, no siempre feo, pero nunca guapo) y común. Muchas veces, a pesar del gran cliché, funcionan. Otras veces, por desgracia, no tanto. Ruby Sparks entra en este segundo grupo.
La cinta nos presenta a Calvin Weir-Fields (Paul Dano) un joven y solitario fenómeno de la literatura. Un día su terapeuta le deja la tarea de escribir una pequeña historia. De ahí sale Ruby, un personaje ficticio que pronto se convierte en la obsesión de Calvin. Un día pasa lo imposible: Ruby (interpretada por Zoe Kazan, guionista de la cinta) se hace real. Sin embargo, lo que parece el final de la soledad de Calvin se convierte en una compleja historia de amor. La idea suena muy bien. Lástima que el resultado final no fue el esperado.
Como retrato del estilo de vida de un escritor, el filme es interesante y hasta cierto punto acertado. Vemos cómo Calvin sufre del famoso “writer’s block” en unos momentos, y cómo es invadido, casi poseído, por la inspiración en otros. Comodramedytampoco está mal: además de mostrarnos momentos cómicos, reflexiona dos aspectos importantes de las relaciones amorosas. En primer lugar habla de los defectos de pareja y lo muestra bajo un concepto interesante: ¿qué pasaría si pudieras hacer que tu novia fuera exactamente como a ti te gustaría? El protagonista puede escribir de Ruby y hacerla cambiar a su antojo. El segundo punto, muy ligada a la primera premisa, es una interesante exploración a la necesidad de tener el control en una relación, y en todo lo que esto implica. Bajo esta luz nos encontramos con una obra atractiva, con un sutil toque introspectivo; pero si exploramos más la narrativa tenemos una historia que por momentos se vuelve lenta y predecible.
Lo verdaderamente malo es, curiosamente, la mismísima Ruby. El personaje de Zoe Kazan –tanto en creación como en interpretación– es un pobre intento de emular a Summer Finn (Zooey Deschanel en500 días con ella): una mujer espontánea, loca, pero sexy a la vez. No es la primera que lo hace, claro; no hay películas indie que no tengan a la niña bonita y medio freak. El problema aquí es que la “rara” que Kazan ofrece está tan estereotipada que en algunos momentos raya en lo forzado. En vez de ser Ruby Sparks es “otra niña indie más”. El hecho de que un guionista sea el protagonista de su texto es algo muy arriesgado, y esta película es prueba fiel de ello. El resultado fue pretencioso y vacío. Tal parece que la escritora le dio todo lo que podía a su personaje en el guión y no dejó nada que aportar con su actuación.Paul Dano (Pequeña Miss Sunshine, 2006), en cambio, no sólo logra una simbiosis impresionante con su personaje, sino que ofrece una de las mejores actuaciones de su carrera. El actor neoyorquino se ha caracterizado por interpretar principalmente a personajes introvertidos, ñoños y sin mucha gracia; a pesar de eso, siempre ha conseguido aportarles una personalidad interesante, presentándonos al tipo raro que por alguna extraña razón mueres por conocer.
Para una tarde palomera,Ruby Sparkses una opción que, aunque no es un peliculón, nos sacará una que otra carcajada. Sin embargo, si lo que esperan es una joyita del cine independiente, están buscando en el lugar equivocado.