Por Carlos Arias

El reciente fallecimiento de Robin Williams asegura que muchos asistirán a ver Reinventando el amor (The face of love, 2013), una de sus últimas apariciones en el cine. Una película que en otras circunstancias tal vez el público y los distribuidores habrían dejado pasar. El cómico de rostro triste aparece en un papel claramente secundario frente a los dos protagonistas que ocupan el centro de la escena, Ed Harris y Annette Bening. Dos viejas estrellas que se reúnen en una “love story” crepuscular y de suspenso, con claras connotaciones hitchcockianas al estilo de ¿es mi novio cincuentón quien yo creo que es? En esta trama, Robin Williams aparece como actor “de soporte”.

Ésta no es su última película. De hecho hay al menos una tercia de cintas con Robin Williams en los créditos que se encuentran en proceso de post producción. No es aventurado pensar que los editores hacen trabajo extra para descatar aun más al actor que seguirá siendo taquillero hasta después de haberse despedido de este mundo en el pueblo de Tiburón, el pasado 11 de agosto.

Con todo, no se encontrará aquí ninguno de los personajes extravagantes que le dieron fama a Williams, y sí en cambio un vecino de la protagonista, que termina jugando un papel importante en la trama pero que no es protagónico.

Una mujer viuda, Nikki (Annette Bening), no puede olvidar a su marido Garret (Ed Harris), quien ha muerto durante una vacaciones en México. Obsesionada por su recuerdo, cinco años después inicia una relación amorosa con otro hombre que es igualito a él, Tom (también Ed Harris). Sin embargo, cuando el tiempo pasa, ella empieza a sospechar que no todo es tan perfecto y que se oculta algo extraño en la relación.

Dirige Arie Posing, quien juega desde el inicio a poner en escena una continua indefinición entre tiempos del relato y puntos de vista. El realizador pone también en escena algunos guiños hitchcockianos que remiten a Vértigo (1958), como la galería de arte en que Nikki se encuentra al doble de su marido muerto. Similar al personaje del policía interpretado en esa cinta clásica por Jimmy Stewart, que creía descubrir casualmente al doble de una mujer muerta por su culpa.

Sin embargo, la película no se queda en el thriller de suspenso y avanza hacia la historia romántica, lo que quizá decepcionará por las expectativas creadas en los primeros 20 minutos. Aquello que es verosímil en el contexto del thriller resulta poco creíble en el género amoroso. El misterio avanza claramente hacia el melodrama y conduce hacia una historia de amor poco creíble entre novios que peinan canas.