Por Oswaldo Betancourt L.

Keanu Reeves regresa al cine con una película que tiene tintes porno, no porque haya escenas de sexo, sino por la poca trama compensada con mucha acción explícita.

Aunque, de entrada, hay que decir algo a su favor: Después de ver el tráiler no puedes esperar otra cosa, y eso de ninguna manera es una queja. Si buscabas una opción para sentarte y disfrutar, te dejará satisfecho.

John Wick era El Matón de matones, retirado para tener una vida normal a lado de su esposa, quien muere por una enfermedad y le deja un cachorrito para que “ame a alguien”.La furia de este asesino profesional se desata cuando el hijo de un ruso mafioso (¿clichés y estereotipos?, ¿dónde?) allana su casa para robarle su coche y, de paso, matar al canino. Luego de eso vienen los balazos, con uno o dos hilos más de historia.

Este traje está hecho a la medida de Keanu, sabe perfectamente cómo interpretar a este tipo de personaje sobrio y rudo, pero con ese toque de vulnerabilidad humana.

El director no se anduvo con rodeos, hay chorros de sangre, cráneos baleados y algunas maniobras homicidas, pero luego de tanto cadáver llega un punto en que la película parece no avanzar, después recupera su ritmo y cierra bien.

El desequilibrio entre el fondo y la forma se explica al saber que se trata de la ópera prima de Chad Stahelski, quien trabajó como doble en la trilogía de Matrix y Constantine, ambas protagonizadas por Reeves.

Veredicto: Está chida. Así nomás.

Pilón: Puedes jugar con John Wick en el videojuego Payday 2.