Por Iván Ramírez

Esta película se anticipó, por puro golpe de suerte, a las tensiones internacionales entre Corea del Norte y el resto del mundo. Incluso, al punto de parecerse a esas películas patrióticas estadounidenses en los ochenta y noventa donde los rusos eran los tipos malos.

Es ese tipo de película donde un terrorista extranjero toma secuestrada la tranquilidad gringa y amenaza al símbolo patrio más vulnerable: el presidente. Es una película patriótica, y a ratos un tanto cursi porque tiene su buena dosis de clichés: el héroe que resulta tal pese a que no era su responsabilidad salvar el día. La destrucción de la Casa Blanca y el ataque terrorista siempre amenazantes. Los miles de heridos y una multitud de héroes (paramédicos y médicos de emergencia, bomberos y policías) que se autosacrifican para salvar a los heridos, una bandera agujerada por las balas y que cae como símbolo de que la casa blanca ha sido tomada.

Pero también es una película de acción. Y así como hay cursilería, también hay una buena dosis de balazos y explosiones. Aunque los efectos especiales no sean de lo mejor que se ha visto en los últimos meses.

Mike Benning (Gerard Buttler), parece de esos hombres de acción de antaño, de los buenos, un poco avejentado pero con toda la experiencia del mundo, que lo hace capaz de resolver hasta el complot terrorista más complejo.

Y aunque el complot parece interesante, la manera de resolver algunas situaciones es lo que lo vuelve un tanto sin chiste, quizáel mayor problema con esta película.

Todo comienza con Mike Benning (Gerard Buttler) y Benjamin Asher (Aaron Eckhart), boxeando como entrañables amigos, se juegan bromas entre guantazos. La diferencia es que Benjamin es el presidente de los Estados Unidos y Mike su guardaespaldas principal.

De esa relación de amistad, respeto y responsabilidad parte la trama. Mike estáa cargo, también, de la seguridad de la familia presidencial. Un incidente que resulta en la muerte de uno de ellos hace que Mike caiga en desgracia y sea removido del cuerpo de seguridad presidencial.

Pero un complot terrorista cuyo objetivo es desatar un caos nuclear para acabar con los Estados Unidos, le brindará la oportunidad de reivindicarse y de paso salvar a una de las naciones más poderosas del mundo.

Además de Gerard Buttler y Aaron Eckhart, la película cuenta con una fugaz actuación de Ashley Judd y un Morgan Freeman que hace el desangelado papel de vocero de la Casa Blanca y presidente encargado durante la crisis.