¡No despierten la bruja! Si tocas dos veces a su puerta estarás marcado por una sombra negra y la bruja no parará hasta matarte.

Este es el punto de arranque en No toques dos veces (Don’t knock twice), una película de terror de las buenas, con personajes complejos, sucesos sobrenaturales, sin trucos fáciles y sobre todo con una atmósfera cargada de tensión de principio a fin.

Los mejores relatos de terror tienen muy claro que los verdaderos monstruos provienen del interior de los personajes… y del espectador. Esta película es un buen ejemplo de ello, una historia que emplea los recursos del melodrama familiar que se materializan en la forma de fantasmas, sangre y gritos.

Este es el principio: Una chica adolescente en conflicto permanente con la autoridad se reencuentra después de muchos años con su madre, quien la abandonó en la infancia para someterse a una rehabilitación por drogas.

El reencuentro no es fácil. La muchacha, Chloe (Lucy Boynton), tiene mucho que reclamar por el abandono sufrido. Por su lado, la madre, Jess (Katee Sackhoff), se ha convertido en una escultora rica y famosa, pero cargada de culpas.

De forma paralela, Chloe y su novio Danny se atreven a tocar dos veces la puerta maldita de una casa embrujada, sacando a la superficie los demonios que los han acosado a ambos desde una infancia de abandono y pobreza.

Sexo, maternidad, desobediencia, niños desaparecidos, mujeres, culpa, pecado, todo en un cuadro de tensión creciente en el que la madre se confunde con la bruja y la casa del terror aparece como manifestación de los traumas infantiles. ¿Hay que removerle o es mejor dejarlo en paz?

Danny lo dice con palabras: “Si tocas una vez despiertas a la bruja, si tocas dos veces tarde o temprano vendrá por ti”.

La película emplea varios de los recursos usuales de las historias de terror, como son los fantasmas del pasado, la casa embrujada, la chica acosada por el monstruo, un secreto escondido y hasta las búsquedas por Internet de maldiciones olvidadas.

Una carrera que inicia con un primer capítulo cargado de tensión y una segunda parte que decae un poco, pero que avanza hacia un final enloquecido.

No verás nada nuevo. Sin embargo, el punto fuerte no son las apariciones sobrenaturales o de violencia, sino la creación de atmósferas ominosas, por ello los momentos más efectivos son las escenas de suspenso, en las que el director Caradog James construye secuencias memorables, junto a una banda sonora que por sí sola podría ponerte los pelos de punta.

En esos términos, asegura una buena sesión de nervios tensos para los aficionados. No falla.