Por Oswaldo Betancourt

Una pérdida de tiempo, por donde se le vea: el guión deja mucho que desear, es una de esas comedias prefabricadas gringas, y las actuaciones no ayudan a pesar del enorme potencial de algunos miembros de su reparto (Nikolaj Coster-Waldau) o el éxito taquillero comprobado de otros (léase Cameron Diaz).

Una mujer (Leslie Mann) descubre que su esposo le es infiel con una compañera del trabajo (Diaz), y en un giro del destino las dos féminas se hacen amigas. Después descubre que hay una mujer más: una jovencita (Kate Upton) que se une a su club de mujeres engañadas que preparan su venganza.

Leslie Mann tuvo mejores papeles en este género, como en Bienvenido a los 40, ahí sí hace reír, acá todo es muy bobo. El personaje de Diaz no tiene fuerza y parece que lo hizo sin muchas ganas.

El fraude más grande fue la participación de Upton, quien sólo aporta su físico porque no demuestra mucho talento, su personaje es prácticamente secundario con una sola acción importante en la película; es verdad, no se ve nada mal en la pantalla grande, pero tampoco es para hacer tanto escándalo, hay mejores cosas en YouTube para el caso.

Es lamentable la aparición de Nikolaj Coster-Waldau que, luego de verlo de como El Matarreyes en Game of Thrones, queda reducido a un esposo ojo alegre que recibe su merecido al final (de manera poco convincente). No está mal que como el actor que es explore otros terrenos, se entiende, pero aquí sí se quedó muy corto, seguramente puede ofrecer mejores actuaciones pero el contexto lo limitó.

La cosa no se queda ahí, uno se pregunta “¿qué diablos hace Nicki Minaj aquí?”, aparece menos de cinco minutos para no aportar nada, na-da, a la película.

El humor simplón que maneja logra uno que otro golpe de comicidad, pero los chistes en general no tienen gracia y llegan a ser forzados. No es una opción para ver en el cine bajo ninguna circunstancia, ni siquiera si la ves por accidente cuando salga en la televisión