Por Josue Corro

Todos

los mitos tienen un inicio, una forma en que irrumpen en el mundo de

los mortales.

Tal vez, muchos fans de los Beatles pueden presumir que

saben la biografía completa de John Winston Lennon: su fecha, lugar y

hora de nacimiento… un sinfín de datos que no tienen relevancia dentro

de esta cinta, la ópera prima de la directora Sam Taylor Wood… porque

el nombre de Lennon es una excusa para retratar la vida de un

adolescente sin lugar en el mundo -de ahí el nombre original en inglés Nowhere Boy, que también deriva de la canción "Nowhere Man", del Rubber Soul-, un joven cuya vida es difusa y encuentra la salvación en la música.

Esta

es la fortaleza del film: nos identificamos con el vago futuro de

Lennon. Wood y el guionista (escritor del film de Joy Division, Control),

logran retratar a una familia disfuncional a mediados de los 50, en un

Liverpool donde aún se recuerdan los estragos de la guerra. Aaron

Johnson (Kick Ass)

interpreta a Lennon de una forma magistral, sus gestos, tonos de voz y

hasta la forma en que actúa en el escenario parecen de un documental,

en lugar de una historia de ficción. Después de la muerte de su tío, y

la rigidez moral de su tía Mimi (también elogios a la actuación de

Kristin Scott Thomas), Lennon busca a su madre, Julia, y ambos logran

una relación edípica, fantasiosa y humana.

Esta

relación trágica con Julia, y una especie de menage maternal que forja

con Mimi, son los elementos que conllevan a una catarsis artística en

el joven John. El guión recuerda al Stepehn Dédalus de James Joyce en

su Retrato de un artista adolescente:

dos genios que son oprimidos por fuerzas mayores a lo que su

creatividad y arrogancia puede soportar: el personaje de Joyce batalla

contra las reglas católicas; Lennon contra el dolor de su pasado (no

sabe quién es su padre, recrimina a Julia haberlo abandonado), con una

rebeldía falsa. Una rebeldía que se transformó en música. Y esa música,

en una válvula de escape que cambió a toda una generación, pero sobre

todo para él: un chico que no pertenecía a ninguna parte y que hoy, es

una leyenda que permanece en todos los rincones donde se ha escuchado

su voz.