Por Ira Franco

Los directores de Lovelace (Epstein & Friedman, 2013) tenían en sus manos un gran personaje y lo dejaron escapar. Los actores principales, Amanda Seyfried y Peter Sarsgaard, hacen un buen esfuerzo, pero es inútil: la compleja mujer que fuera protagonista de la película porno más famosa de la historia (Deep Throat, Damiano, 1972) se pierde por completo en una especie de docudrama que, a veces, puede resultar agradable a la vista, pero que quedaa deber en cuanto al abismo emocional de la protagonista.

Pero vamos por partes: el primer problema para juzgar esta película es que se sabe demasiado de Linda, la real. Hay tres autobiografías publicadas, dosextrañamiento, luego de que la actriz demandara a su ex marido, Chuck Traynor, por golpizas, abusos sexuales y por obligarla a participar en cada película a punta de pis- tola. No me malinterpreten, es muy posible que Linda sufriera de terribles abusos, pues su marido era poco más que una bestia: en ello coinciden casi todas las personas que lo conocieron. Pero son esos puntos de vista distintos a la confesión de Linda, −que fueron recogidos por los medios en su momento− que no se tomaron en cuenta para la cinta. Todos los que rodean a Linda son malos- malísimos y ella resulta buena-buenísima… Lovelace, la telenovela, pues.

No parece haber reflexión por parte de los guionistas o siquiera preguntas: ¿Cómo es que una mujer en sus cinco sentidos pudo casarse con un hombre así?, ¿cómo es que no se escapó la primera vez?, ¿cómo es que siendo tan famosa nunca encontró opciones? No estoy diciendo que fuerafácil, quizás el miedo era fuerte, peroen la película parecen contestar a todas estas preguntas con el exterior de Linda y nunca, ni siquiera una vez, desde el pozo profundo de su personalidad.

En ocasiones, Lovelace pinta una pálida crítica a esa industria que explota de forma indiscriminada el deseo, dominada, claro, por hombres. Ahora bien, quien se salva es Amanda Seyfried, que con esos ojos desorbitados y cabellera esponjada casi nos hace creer en la verdad de esa sumisión sin ganancia. Algo pasa que estamos desenterrando a este icono cultural: este mismo año se espera la producción de otra película sobre Linda, esta vez llamada Inferno: A Linda Lovelace Story(queprotagonizaría, de acuerdo con los rumores, Malin Akerman). No es Lovelace una película interesante por sí misma sino por su gran pregunta: ¿Al mundo se le antoja saber que los depositorios de sus fantasías sexuales son personas?