Por Ira Franco

Ay, Pedro, ¿por qué nos has abandonado? Entendemos que Los amantes pasajeros es un regreso a tu zona de confort, a tus películas ochenteras, al humor guarro que una vez te hizo interesante. Hasta ahí, bien. Arriesgas todo con un retrato políticamente incorrecto de tres homosexuales azafatos que atienden la primera clase de un avión: ¡son unas locas adorables! que hablan sin cesar de sexo escatológico.

En un momento dado todo el avión se sumerge en un frenzy sexual de mescalina (que un traficante se ha sacado ya sabemos de dónde) y… ¿Y? ¿A dónde va todo esta comedia de pastelazo? Solías hacer películas con cojones, pero ninguna desde Volver en 2006. Ya casi será una década en que vemos a tus actores habituales hacer su mejor esfuerzo por salvar una trama insulsa que aún en la guarrez resulta ñoña: ¿a quién crees que espantas con sexo (anal), drogas y rock and roll? O peor ¿a quién crees que conmueves? Conmovedor era ser el invitado de piedra a mundos secretos desde tu extensa sensibilidad en películas como Hable con ella. Conmovedor era presenciar cómo el amor lo destruye todo en La ley del deseo o Carne trémula. Pierdes en la comparación contigo mismo, caray.

Y te adoramos. Queremos ver subversión de verdad, personajes que viven al margen (los del universo que tú mismo creaste y que ahora pateas, Pedro) pero dentro de una historia que no se desinfle por insulsa. Salgamos de la secundaria y el olor a pedo.

¿Crees que puedas?