Por Ira Franco

Una cinta que tiene como combustible el vodka, el suspenso y la desesperanza, Leviatán(Zvyaginstev, 2014) es también una crítica mordaz al contrato social de Rusia que, como el de casi todos los demás países picados por el capital, se dedica a aplastar el espíritu de las personas de modo sistemático.

Kolya (el estupendo Aleksei Serebriakov) es un ex soldado que defiende su casa y a su familia de un alcalde corrupto que trata de apoderarse del terreno para hacer negocios. Cuando Kolya llama a un ex compañero del ejército que se ha convertido en abogado, la debacle que se le ha anunciado toda su vida se revela por fin.

Filmado con una belleza casi hiriente en un pueblo de la costa norte de Rusia, a donde van a morir las ballenas, Leviatán es un relato con muchas lecturas y capas; desde la conversación con la tradición rusa del finado cineasta Andrei Tarkovsky, hasta el teórico del siglo XVII Thomas Hobbes y el libro de Job en el Antiguo Testamento.

Una cinta absoluta, espléndida como ya nos tiene acostumbrados Zvyagintsev.