Ésta es la cuarta vez que el director mexicano Michel Franco presentará su película en Cannes: debutó en la sección Un Certain Regard con Daniel y Ana (2009) y en 2012 se llevó el premio con Después de Lucía. Este año compite con Las hijas de Abril, la historia ed Valeria (Valeria Becerril), una chica de 17 años embarazada, que vive con su hermana clara (Joanna Larequi) en Puerto Vallarta y que teme, con razón, llamarle a su madre Abril (la española Emma Suárez, a quien vimos recientemente en Julieta de Pedro Almodóvar) para el nacimiento del bebé.

En esta cinta, Franco recurre a su consabida narrativa visual directa, de luz natural, despojada de experimentos con la cámara. Excepto en el caso de Emma Suárez quien interpreta lo mejor que puede a una madre deleznable y sin matices, los demás actores lucen debutantes, sin ningún entrenamiento actoral que los cuide de exponerse a un drama familiar que muy pronto se vuelve melodramático y excesivo.

Es el mismo cine al que Franco nos tiene acostumbrados: su objetivo final parece ser la exploración de de los métodos infalibles que tiene cada familia para hacerse pedazos, lo cual no estaría tan mal si no fuera por regodeo del director ante la inestabilidad emocional y mental de sus personajes, una especie de pornografía de la locura cotidiana, aberrante y sin ningún misterio.

El único gran acierto de esta cinta es presentar una gama de personajes femeninos que salen del estereotipo (no está la madre buena y abnegada, ni la adolescente tonta e insulsa), algo que se agradece en el contexto actual. Está claro que en Cannes privan este tipo de narrativas y Franco hace bien en seguir esa línea, para mantener su prestigio en festivales.