Por Carlos Arias

La ciencia es la estrella. Autores científicos como Stephen Hawking o Roger Penrose han escrito libros que se han convertido en superventas, y han desarrollado sus debates teóricos a la vista del público, en los medios de comunicación, en las revistas… y en las películas.

La teoría de todo (The theory of everything, 2014) recupera esas figuras, específicamente el caso de Stephen Hawking, el físico que desarrolló y popularizó teorías que ya forman parte de la cultura pop, como los agujeros negros, el big bang, la radiación de fondo cósmico y la radiación de Hawking.

A tono con esa imagen, esta vez estamos ante una “biopic” en torno de los amores de Stephen Hawking, aunque con bajas referencias a la ciencia y enfocado específicamente en su primer matrimonio, en un tono de melodrama. La historia es una adaptación del relato de la primera esposa de Stephen Hawking, narrada en su libro Travelling to Infinity: My life with Stephen by Jane Hawking.

La película arranca cuando Stephen Hawking (Eddie Redmayne) conoce a la estudiante de artes Jane Wilde (Felicity Jones) en una fiesta de la Universidad de Cambridge. Ambos se enamoran y se casan en un estilo absolutamente convencional, a pesar de que en pleno idilio todo cambia cuando Hawking sufre las primeras consecuencias de la enfermedad neurológica que lo mantiene hasta hoy en una silla de ruedas.

El personaje de Stephen Hawking es totalmente cinematográfico, y así lo ha reconocido Hollywood, que lo ha utilizado en el cine de aventuras espaciales, ciencia ficción o superhéroes, con Hawking como el reverso del científico loco clásico, convertido en el emblema la “supermente” ultra poderosa.

La película utiliza esta idea de Hawking e incluso establece algunas conexiones con The big bang theory, la comedia televisiva en la que el propio Hawking ha aparecido eventualmente como actor. Se le parece no solo por el título, sino por el recurso argumental de mostrar a los científicos y sus extravagantes vidas amorosas.

Pero los que busquen una reflexión más profunda sobre el personaje quizá resulten defraudados, pues el realizador James Marsh, a pesar de experiencia en el cine de divulgación científica y en el documental (ganó un Oscar por Man on wire, 2008), no duda ni un instante en convertir a Hawking en una imagen de leyenda, con insistentes tomas que lo muestran rodeado de un resplandor, como un semidiós o (literalmente) un iluminado. Las ideas científicas aparecen en algunos juegos visuales o en una secuencia donde se cuenta la historia de la misma película en plan “big crunch”, es decir, para atrás en el el tiempo.

Sin embargo, en lo sustancial La teoría de todo es un drama amoroso en torno de la relación de Hawking con su primera esposa. Y en este caso, decir que la película se desarrolla “en torno” de ambos personajes también es literal, pues la cámara gira una y otra vez alrededor de ambos. La vida amorosa aparece como el tema central, y se aclara que a pesar de su enfermedad Hawking no tenía problemas para seguir su vida sexual. La película aborda infidelidades, triángulos y peleas, hasta el fin de ese primer matrimonio, cuando Hawking deja a Jane para irse con su enfermera Elaine (Maxine Peake).

Esta historia, basada en el libro de la propia Jane Hawking, ya había sido abordada por una dramatización de la BBC tiulada Hawking (Philip Martin, 2004), que se concentraba en el proceso de la enfermedad y en sus años juveniles en los 60, aunque esta vez el tono se concentra en el melodrama amoroso. La interrogación científica sobre el origen del universo y del tiempo es convertido así en una metáfora sobre el amor y la fugacidad de las relaciones.