Gabriel García Márquez se hizo periodista en su natal Colombia, pero se hizo escritor de cine en México. Él mismo dijo muchas veces que su primera vocación era el cine y fue en la pantalla grande donde su talento como narrador se puso en evidencia desde sus inicios. También fue en el cine donde muchas veces se decepcionó de los resultados alcanzados.

Fue adaptador de historias y creador de argumentos en el cine nacional. Muchas películas tomaron como base relatos suyos y más de una cincuentena de películas llevan su nombre en los créditos. La paradoja es que llevar su mundo literario a la pantalla grande es tan difícil que permanece como una tarea imposible.

“Ya escribí mucho para el cine, ahora voy a escribir contra el cine”, esta frase que se atribuye a García Márquez fue el origen de Cien años de soledad. Como venganza hacia el cine, la gran novela latinoamericana está narrada de forma que nunca pudiera ser filmada y es la única que él se negó a que se adaptara a la pantalla grande. Desde entonces, llevar el universo poético y mágico de Gabo a una película es uno de los mayores desafíos del cine mundial.

Él mismo aconsejó leer sus libros, pero a la hora de hacer una adaptación arrojarlo lejos y realizar una historia completamente distinta.

En México, su debut en largometraje tuvo lugar como adaptador junto a Carlos Fuentes en El gallo de oro (64), el argumento de Juan Rulfo dirigido por Roberto Gavaldón, la película considerada como la última de la Época de Oro del cine nacional.

Fue autor del argumento de En este pueblo no hay ladrones (65), de Alberto Isaac, sobre el robo de una bola de billar que desata una trama oculta, y de Tiempo de morir (66), un post western que marcó el debut como realizador de Arturo Ripstein. Una historia de pistolas, caballos, venganza y amistad en un pueblo mexicano.

El primer vistazo cinematográfico al pueblo mítico de Macondo lo hizo chileno Miguel Littin, quien realizó La viuda de Montiel (79) a partir del relato del colombiano, en una producción ambientada en la ciudad de Tlacotalpan, Veracruz.

Escribió quizá una de las mejores una historias de amor del cine nacional en María de mi corazón (79), de Jaime Humberto Hermosillo, con una María Rojo adolescente que vive un romance con Héctor Bonilla en una azotea de la ciudad de México.

Trabajó en diversas cintas, entre las que se cuenta Presagio (75), al lado del director Luis Alcoriza, y El año de la peste (79), de Felipe Cazals, donde trabajó junto al novelista José Agustín para ambientar la historia de una epidemia en un pueblo mexicano.

A partir de su fama internacional, cineastas y productores de todo el mundo quisieron tener historias suyas para llevarlas a la pantalla grande. Pero García Márquez no se involucró en los guiones y quizá siguió el sano consejo de Hemingway cuando se trataba de escribir para Hollywood: “Toma el dinero y corre”.

El mozambiqueño Ruy Guerra, quien desarrolló su carrera en el Cinema Novo brasileño, llevó a la pantalla una de las mejores versiones de García Márquez, con Eréndira (83). La película cuenta con Claudia Ohana como protagonista, la niña prostituida por su abuela.

El mismo Ruy Guerra filmó Fábula de la bella palomera (88), con Ohana: Un marido se da cuenta de que ha sido engañado porque el amante de su esposa ha dibujado en el cuerpo de ésta una flechita que apuntaba hacia sus partes más santas con un letrero en portugués: “Ista buceta é minha”.

La adaptación de Francesco Rosi a su novela corta Crónica de una muerte anunciada (87), lleva las deshonras que sólo se lavan con sangre a la Sicilia pasional, con Ornella Muti como protagonista.

Pero aunque los resultados no siempre le gustaban, el amor de García Márquez hacia el cine siempre siguió presente. Su hijo mayor, Rodrigo García Barcha, ha desarrollado una exitosa carrera en el cine internacional, primero como director de fotografía y luego como realizador.

El Gabo fue profesor de guionismo en diversas escuelas y universidades, cuyas clases dieron como resultado el libro Cómo se cuenta un cuento, donde da sus consejos de narrativa.

En las adaptaciones de sus novelas más célebres, volvió a sus orígenes cuando le prestó el argumento de El coronel no tiene quién le escriba a Arturo Ripstein (99). Así también se filmó la versión de Ruy Guerra para su novelaLa mala hora (2006).

La lista no está completa y no está cerrada. Desde hoy, muchos otros cineastas seguirán cayendo sobre las novelas de García Márquez como un viejo maestro del relato, y muchos lectores seguirán soñando con sus películas imposibles.

¿Cuántas de estas cintas has visto?