Por Héctor Mendoza

Muchas películas son buenas, a pesar de que sus propias productoras intenten lo contrario. Y lo decimos porque de entrada la traducción al español del título de ésta nos causa un poco de aversión (el original es Incendies), pero la sensación se compensa al saber que se trata de una cinta que fue nominada al Oscar como Mejor Película Extranjera. De hecho, el argumento es también así: contradictorio, polémico y poco convencional. A muchos esto puede parecerles un acierto y a otros tantos un desatino. Veámoslo por partes.

JeanneySimonMarwan (MelissaDesormeaux-Poulin y MaximGaudette) atienden con estupor el testamento de su madre, Nawal (LubnaAzabal). Son gemelos con personalidades muy distintas y sesorprenden por el parde sobres que su madre les dejó: uno parael padreque creían muerto y otro paraun hermanoqueno sabían que existía. La piedra está lanzada en ese momento: se plantea un viaje de reconocimiento para atar cabos sueltos de una historia que debe desmembrarse para ser comprendida, con flasbacks continuos. Nosotros, como expectadores, armamos un rompecabezas en el que vamos un paso antes que los protagonistas y eso facilita el sentimiento que los gringos denominan compassion, es decir, un padecimiento similar al de los protagonistas.

A este viaje se suma un elemento lleno de cargas simbólicas: el destino. Porque Oriente Medio, en la mente de un occidental promedio representa una tierra llena de tabúes históricos y culturales. Denis Villeneuve, por fortuna, lejos de abandonarnos en el mar de nuestros prejuicios de la guerra entre bandos, nos presenta el lado más crudo, el del odio supremo entre humanos. Y hay más: como algunos expertos de la narrativa señalan, una buena historia tiene al menos dos historias, y ésta cumple con la máxima.

Así las cosas, Incendies nos lleva, en efecto, al punto en donde la historia hace ignición. Este final –este principio– puede tener sus detractores por la propuesta sentimental implícita, pero nos deja entrever una historia de esperanza en un contexto donde esta palabra ha sido un concepto vacío por décadas.