El pasado martes, en los pasillos del TIFF Lightbox de Toronto, donde se realizan varias de las actividades de prensa del festival, se podía escuchar a periodistas de todo el mundo comentar con emoción, no solo la recientemente vista película del director tapatío sino también su conferencia de prensa.

Durante casi una hora, Guillermo Del Toro y su elenco (Sally Hawkins, Doug Jones, Michael Shannon, Octavia Spencer y Richard Jenkins), así como algunos de sus colaboradores detrás de las cámaras, conversaron sobre la película que apenas el fin de semana pasado le había merecido al mexicano el León de Oro del Festival de Cine de Venecia, el máximo galardón de dicho evento.

Sobre este proyecto, Del Toro rápidamente apuntó que fue un proceso difícil y retador, comenzando porque «para nosotros (los productores) fue horrible. Nunca hemos estado tan tensos como ahora porque decidimos meter una película de 60 millones de dólares en un presupuesto de 19 millones. Y Dios sabe que no me he puesto tan gordo por mostrar auto control. Si me dan una caja de donas, no voy a querer tomar una, me voy a querer comer la caja entera. Así que todo el tiempo le estaba demandando a mi productor por la caja entera. Pero llegué a la idea de que el presupuesto es un estado mental. E íbamos a tener que pedir todos los favores que pudiéramos, aplicar cada recurso ingenioso que se nos pudiera ocurrir y Miles (Dale) es el mejor cómplice que he tenido. Fue una filmación enormemente difícil pero igualmente de gratificante».

(Octavia Spencer, Sally Hwakins, Michael Shannon, Guillermo del Toro, Doug Jones y Richard Jenkins durante el Toronto International Film Festival) Getty Images.

Sobre la historia romántica al centro de The Shape of Water, Del Toro platicó que «creo que la uniformidad es locura, que la diferencia es sanidad, que la perfección es locura, que la imperfección es lo sano. Si dos personas son iguales, no necesitamos eso, una relación está hecha de diferencias. Por eso es que desde muy al inicio del proyecto yo sabía que quería que el personaje de Elisa no hablara, porque creo que el amor llega te quedas sin palabras, sin qué decir, sin poder hablar. Cuando realmente te enamoras, las palabras no tienen tamaño, no hay forma de que capturen o agarren el tamaño de tus emociones».

Como suele suceder, Del Toro también hace observaciones muy lejos de lo fantástico y muy cerca de la realidad y lo social a través de sus películas. En el caso de The Shape of Water, la ambientación a inicio de la década de los 60 tiene un eco directo con situaciones actuales.

«Algo que queríamos mostrar en la película es como fue en 1962 cuando los americanos querían volver a su imaginación y decían ‘Let’s make America Great Again’. Fue la época en la que la fantasía de América casi se logra cristalizar con esta idea del hombre del futuro con coches de lujo, hornos rapidísimos, casas cómodas, esposas perfectas. Era una gran época para estar vivo si eras blanco, protestante y angloparlante pero si no eras ninguna de esas cosas te iba mal. Y la idea era decir: eso era antes y lo es ahora también», detalló Del Toro.

Sobre si planea o quiere volver a filmar o hacer una película en México, el director de El Laberinto del Fauno y Pacific Rim rápidamente afirmó, «sí, en secreto Alejandro, Alfonso y yo hemos hablado muchísimas veces de las ganas de hacerlo pero tiene que ser con la historia correcta. Yo tengo muchas ganas. Alfonso lo acaba de hacer y yo también quisiera pero las historias no las creas, vienen a ti, suceden. Cuando la gente me pregunta también por qué no he hecho otra película como tal, es porque esas ideas no vienen tan fácil, no es que las tenga guardadas en un cajón. El talento es reconocer cuándo llegan, aprovecharlas, pero no es que sea algo sencillo. Tengo un par de historias que se desarrollan en México pero que están incompletas. No las puedo terminar. Pasé casi un año con las primeras diez páginas de El Laberinto del Fauno, antes de poder escribir el resto del guión. No lograba resolverlo. Es un misterio para todos, incluyendo a la persona que se sienta enfrente de la computadora todos los días esperando por esa idea. Pero sé que pasará, con suerte».

Incluso, hubo tiempo para hablar de cuestiones políticas y de lo que siente cuando el presidente de México lo felicita. Al respecto, confiesa que, «o, no me gusta cuando me felicita. No me gusta porque México es un país que ha tenido grandes personas de todo: atletas, artistas, científicos, filántropos, etc. pero no hay grandes políticos, a veces me lo pregunto: ¿Cómo es posible que no nazcan diez políticos que hagan lo que se tiene que hacer, que tengan esa vocación? Un atleta mexicano va y hace lo que tiene que hacer. Si tiene que correr los 100 metros planos se prepara y lo consigue… Me sorprende que estadísticamente no salgan políticos mexicanos capaces. Cuando me preguntas de Peña Nieto, lo cierto es que me parece absolutamente aterrador que en su función haga todo lo opuesto a lo que se supone que tiene que hacer».