Por Ira Franco

Basada en un libro infantil de cierto éxito, La Increíble Historia del Niño de Piedra es una cinta instalada en las ganas de agradar a un público infantil que sólo conoce el color rosa.

El escenario inicial es la Huasteca tamaulipeca –o la idealización de ella– donde Marina y sus primos deciden hacer un viaje al Lejano país de los Sentidos para ayudar a un niño convertido en piedra.

Hay que decir que la animación tiene momentos de solvencia, así como la música: tanto el score como las canciones originales interpretadas por Julieta Venegas, que, lamentablemente, no lucen porque la característica voz grave de Julieta, no pega con el dibujo de la niña de 10 años.

Es probable que ni un pequeño aguante tantos diálogos en los que el niño de piedra “deba abrir su corazón”, como su cura –cosa que adivinamos desde el principio–.

A esta película le urgen unas clases de guión y un maratón de películas infantiles que no se tragan lo inofensivo de la infancia, como las animaciones de Miyazaki, las de Selick o la de Jorge R. Gutiérrez con su estupenda Libro de la vida.