Egresado de la prestigiosa Escuela de Cine de Lodz, el polaco Krzysztof Kieslowski (1941-1996) inició su labor en el séptimo arte realizando cortometrajes documentales.A partir de 1976 se lanzó al complejo mundo del largometraje, dirigiendo dos películas el mismo año: los dramas PersonnelyThe scar.

Prosiguió su labor con Camera buff(1979), luego un poco de cine de conciencia política y moral –No end(1985)y Blind chance(1987)– y, sin abandonar su actividad dentro del cortometraje documental, por fin dos películas en las que ya encontramos totalmente desarrolladasu inconfundible firma de autor: A short film about killingy A short film about love, ambas de 1988.

Estos dos bellos filmes formarán parte, reeditados para su transmisión por televisión, de una de las piezas básicas y referencia obligada dentro de la obra de Kieslowski: Dekalog(1989-1990), serietelevisiva cuyos diez episodios dan cuenta de la muy personal interpretación que haceel cineastasobre los mandamientos de la ley de Dios.

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Entusiasmado con proyectos ambiciosos, Kieslowskirealiza en 1991 el filme La double vie de Véronique, considerado por muchos su obra maestra y cuyo conceptooriginal (que nunca se llevó a cabo) incluía un final distinto para cada lugar en que se proyectara. Es en esteenigmático drama fantástico de aliento poético donde se encuentra condensado estructuralmente eltrabajo que ocuparía a Kieslowski a continuación: Tres Colores.

Siguiendo la vena de libre interpretacióndesarrollada con Dekalog, en Tres Colores,Kieslowski explora a su manera el significado de los colores del lábaro patrio francés: la libertad (Azul, 1993), la igualdad (Blanco, 1994), y la fraternidad (Rojo, 1994). Interrelacionadas de forma deliciosamente inteligente, estas tres películas son un verdadero festín para los sentidos y el intelecto.

En ellas, elritmo pausado propio del cine deKieslowski, asi como las acciones ambiguas y simbólicas de los personajes, se conjuntan de manera perfecta con la espléndida y entrañable música de Zbigniew Preisner (1955) –gran amigo del cineasta– para mostrarnos la dolorosa búsqueda de la libertad que inicia Julie (la impasible Juliette Binoche) tras la muerte de su esposo, un afamado compositor, en un terrible accidente automovilístico (Azul).

Posteriormente, la desesperada búsqueda de la igualdad –tanto conyugal como de nacionalidad y de lenguaje, a fin de cuentas universal– que inicia Karol Karol (el actor cómico Zbigniew Zamachowski), un pobrepeluquero polaco que medio habla un mal francés y que tiene la desgracia de casarse con Dominique (Julie Delpy), unajoven francesa de muy pocas pulgas (Blanco).

Y –finalmente– la meditación sobre la falta de fraternidad inherente al ser humano y la posibilidad de establecer vínculos entre personas aparentemente disímiles, vista a través de los ojos de un juez retirado (el veterano Jean-Louis Trintignant) que ejerce una especie de voyeurismo telefónico con el que alimenta su amargura,al tiempo que desarrollaunamor platónico porValentine (Irène Jacob), una guapa modelo con la que entabla contacto de manera accidental (Rojo).

Haciendo uso deuna elegante paletavisual, basada y sostenida enlos mencionadostres colores (cortesía de Slawomir Idziak, Edward Klosinski y Piotr Sobocinski, respectivamente), esta espléndida trilogía resultaría ser el canto del cisne de Krzysztof Kieslowski, ya que un infarto acabaría con su vida en marzo de 1996, dejando inconclusa otro ambiciosoproyecto basado en La Divina Comedia, de Dante Alighieri: Cielo, Infierno y Purgatorio, trabajo quesería concluido por Tom Tykwer (Heaven, 2002), Danis Tanovi (Hell, 2005), y Stanislaw Mucha (Purgatory, 2007).

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