Por Jaime @azrad

Se publicita como la primera película de gangsters para público joven, y vaya que tiene un reparto listo para atraernos. Pero Fuerza antigangster se avienta unas exageraciones que, por más que estemos viendo una película, no nos acabamos de creer.

Los Ángeles, 1949: la posguerra y el film noir crean el contexto perfecto para hablar de hombres que luchan por mantener el orden y mujeres fatales que, elegantísimas siempre, obtienen fuerza social sin necesidad de violencia. Como contraparte de esta nueva sociedad está la mafia, liderada por Mickey Cohen, cuyo poderío abarca toda la ciudad.

Un grupo de policías se organiza para derrotar a Cohen; son cinco o seis contra un imperio de contrabando y el guión nos quiere hacer creer –en varias ocasiones– que con sólo entrar a sus propiedades disparando por todas partes se le puede vencer.

No es por odiosos ni criticones, pero el contexto es muy importante en este tipo de cintas y su credibilidad es muy baja cuando la realidad choca tanto con el desarrollo de la historia; es ahí que te das cuenta del fallido intento por hacer acción al máximo a partir de una vieja historia.

Haciendo este punto a un lado, la cinta no es mala. Se desenvuelve dentro del promedio en su tipo con pequeñas excepciones (muchas a cargo de Sean Penn) que vuelven a sus personajes algo interesantes.

Penn es Cohen, un villano elaborado física y emocionalmente a detalle. Su maldad no lo deshumaniza gracias a los gestos atinados de Penn, además de su extraño aislamiento selectivo y el miedo que evoca.

En cuanto a los demás, están bien. La acción se sentirá alargada y la violencia llegará al punto de causar algunas risas. Quizás la versión original, en la que unos tipos llegan armados a un cine y disparan (que tuvo que ser eliminada y reescrita por los atentados en Colorado), tenía más sentido…