Por Verónica Sánchez Marín


Aquellos iconos que han poblado por décadas los cuentos infantiles estadounidenses —y por extensión meramente comercial también el imaginario colectivo de los niños “hollywoodizados”— como Santa Claus, el Hada de los Dientes, el Conejo de Pascua, el Arenero, y Jack Frost, llegan vigorizados a la pantalla grande vía Peter Ramsey en El origen de los guardianes (Rise of the guardians, EUA 2012), una ficción en la que dichos personajes forman una especie de excéntrica liga de la justicia —versión preescolar— que tiene la misión de salvar la vida onírica de la infancia. Gracias a su guión bien construido y una calidad de animación impecable esta película se aleja bastante del clásico cuento navideño para acercarse más a una trepidante historia de aventuras de acción que tiene escenarios desde el Polo Norte hasta Shangai, pasando por una aldea en Nueva Inglaterra y más sitios, donde los Guardianes se enzarzan en una batalla épica y mundial contra el perverso Sombra, más conocido en el argot popular de habla hispana como: el Coco.

La fuerza creativa detrás de esta película animada se la debemos a William Joyce y a Guillermo del Toro, quienes ejercen de productores. Joyce es autor de The Guardians of Childhood, una serie de libros para niños de la que se desprende el guión de esta cinta. De oficio también animador e ilustrador, el escritor estadounidense ha diseñado además personajes para películas tan entrañables como Toy Story (1995) y Bichos (1998), y asimismo es recordado por su premiado cortometraje The fantastic flying books of Mr. Morris Lessmore (2011), un delicioso sueño animado que unía ecos de Buster Keaton con El mago de Oz (1939).

El origen de los guardianes abre con dos preguntas ¿Quiénes son Papá Noel, el Hada de los Dientes, el Conejo de Pascua, el Arenero o Jack Frost? ¿De dónde salen? Así comienza a tomar forma la historia de estos personajes clásicos de las supersticiones infantiles que se ven obligados a convertirse en superhéroes dispuestos a salvar el mundo. Unen fuerzas para evitar que la amenaza del Coco llegue a los niños a través de las pesadillas, y así puedan prevalecer las ilusiones infantiles como la existencia de Santa Claus o el Conejo de Pascua.

Hay en El origen de los guardianes ecos de esa mirada infantil atemorizada por lo sobrenatural en No tengas miedo a la oscuridad (2010), producida por Del Toro, y que se acentúa en la imagen de esa Hada de los Dientes, de naturaleza benigna, pero algo inquietante.

Más allá de ese juego de conexiones, lo decisivo es que la producción resulta en una película animada que brilla con luz propia por sus ideas de animación pura. Por ejemplo el Arenero (Meme en la película en español), como un personaje mudo que se comunica con ideogramas. Por su capacidad para distanciarse de la dominante estética Pixar y por detalles tan valiosos como la decoración art déco del refugio de Santa Claus.

En el reparto original de las voces encontramos un nicho de personalidades deliciosas: Chris Pine, Alec Baldwin, Hugh Jackman, Isla Fisher, y Jude Law. El doblaje al español no les hace justicia, y Maite Perroni o Mane de la Parra, presumen interpretaciones poco creíbles. Las referencias a la cultura anglosajona por momentos desconecta al público con el tono general de la cinta, pero el estilo narrativo, atractivo y ágil como libro ilustrado, vuelve a atrapar la atención del espectador. El origen de los guardianes inaugura el menú de la cartelera navideña. Y se agradece que sea con una película para públicos de todas las edades.