–Por Oswaldo Betancourt L. @rockswaldo

Pasaron 20 años desde que una flota de naves alienígenas llegaron a nuestro mundo y la humanidad se unió para acabar con el enemigo. Ahora, en pleno 2016, el mundo está unido, se adueñó de la tecnología interespacial, pero nada preparó al planeta para la amenaza, sólo queda contraatacar.

Roland Emmerich aplicó el mismo paradigma que El Despertar de la Fuerza con el Episodio IV de Star Wars, rescató la esencia de la película anterior pero hizo todo a mayor escala, sólo que en este caso el resultado no funcionó.

La invasión, la nave, la amenaza, todo tomó dimensiones desproporcionadas, incluso exageradas; sí, es una cinta de ciencia ficción, pero algo no termina de ser convincente su verosimilitud interna. Y un nuevo aliado deja el terreno preparado para llevar el enfrentamiento a proporciones universales, si es que hacen una tercera parte.

Aquí también tenemos nuevamente a la mayoría de los actores que salieron en la primera entrega, pero pesa en demasía la ausencia de Will Smith, lo cual parece tratan de compensar con la aparición de demasiados personajes. Las nuevas caras carecen del carisma de Smith, y la inclusión de gran parte del elenco original no está del todo justificada. En general, muchos de ellos no aportan nada a la historia, como Julius Levinson (a cargo de Judd Hirsch), Jasmine Dubrow (Vivica A. Fox) o Lin Tang (Grace Huang, quien en todo caso abona en el aspecto “global” de la película).

Dean Devlin es uno de los coescritores de la secuela que también trabajo en la cinta previa, por eso resulta extraño que haya estos huecos, así como partes innecesarias en la trama. Pero el guion no es el único departamento con fallas, lo mismo sucede en el aspecto técnico, pues la producción pudo invertir más en que no se notará tanto la pantalla verde o en lograr que el 3D si fuera inmersivo. Eso sí, las naves, las armas y alienígenas están increíbles; además, no todo el argumento es malo, la recta final es emocionante y le da un levante a la película, aunque no la salva.

Veredicto: Para todo lo que prometieron, queda a deber mucho.