Por Adrián Zacapa Venegas

"La industria no quiere que sepamos la verdad sobre lo que

comemos porque si uno la supiera, podría no querer comerlo". Esta frase, una de

las primeras que se escucha en el documental realizado por Robert Kenner,

resume muy bien el propósito de toda la cinta: informar sobre la forma en la

que la comida es hecha, transportada y procesada. Desde el principio

sospechamos que hay cosas que es mejor desconocer.

Con el objetivo de alimentar a 6,000 millones de personas,

las compañías productoras de alimento se han visto forzadas a ajustar sus

métodos, por lo que se acelera el crecimiento de los animales y se utilizan

semillas genéticamente modificadas en la agricultura. Sin embargo, como sucede

en muchas otras áreas en Estados Unidos, pronto descubrimos que el verdadero

problema radica en que unas cuantas industrias monopolizan la industria

alimenticia.

Por medio de varios testimonios, entre los que destacan el

de Eric Schlosser, autor del libro Fast Food Nation (y productor de la cinta)

nos adentramos en el oscuro mundo de la producción de alimentos a gran escala.

"Hay un velo, una cortina que es puesta entre nosotros y el

lugar de donde viene nuestra comida". Se escucha decir más adelante y después

de ver esta cinta, desearías que ese velo nunca se hubiera levantado. Además de

las condiciones en las que son criados los animales para el consumo humano, nos

enteramos también de las presiones que sufren los granjeros para ajustar su

producción a la de las grandes compañías, la omnipresencia del maíz (se utiliza

en objetos tan diversos desde refrescos hasta pañales) y la inutilidad de los

organismos de gobierno que se supone deberían regular a las grandes compañías.

Si en algo falla este documental, es en asumir que si vives

en Estados Unidos y eres pobre, padecerás obesidad por el resto de tu vida ya

que es más barato comprar una bolsa de comida chatarra que una de zanahorias.

Además se queda corto en profundizar en algunos temas de gran relevancia como

la lucha que la compañía de patentes genéticas Monsanto inicia contra los

agricultores que guardan sus semillas (una especie de piratería genética) o la

historia de Barbara Kowalcyk cuyo hijo de 2 años murió 12 días después de comer

una hamburguesa infectada con la bacteria E. Coli. 0157:H7.

Al final, Kenner aporta varias alternativas y no te

preocupes: ninguna de ellas involucra mudarte a una isla desierta. Entre las

acciones que podemos realizar las más importante es consumir productos

orgánicos ya que el impacto ambiental de estos alimentos es mucho menor a los

que se producen masivamente. Sin embargo, después de lo que hemos visto esta

acción parece demasiado pequeña para solucionar un problema tan grande.