Por Javier Pérez @JavPeMar

Si bien la adaptación de novelas se ha hecho desde los comienzos del cinematógrafo, en lo que va de este siglo prácticamente no se ha dejado un best-seller (por lo menos de temáticas fantásticas) sin su versión fílmica. Y mucho menos si se trata de sagas literarias que han acaparado la atención de niños y, principalmente, jóvenes.Harry PotteryCrepúsculoson los ejemplos más notorios. Aunque también están por ahíPercy Jackson,Los juegos del hambre y las portentosas adaptaciones deEl señor de los anillosy de una serie comoGame of Thrones.

Y en una época en que los seriales fílmicos alcanzan hasta la media docena de partes, no es raro que las productoras estén a la caza de historias fantásticas que enganchen consumidores, perdón, espectadores. Es el caso de Cazadores de sombras, una saga escrita por Cassandra Clare, admiradora de las novelas de J.K. Rowling, de la cual se estrena la primera parte, “Ciudad de huesos”, y ya se está trabajando en la siguiente. Por lo que se puede ver en la adaptación de Jessica Postigo, la autora mamó de lo que tenía a la mano para hacer un amasijo de referencias que van de George Lucas a Dan Brown.

Es innegable queCazadores de sombras(The mortal instruments: City of bones; EU-Alemania, 2013) tiene toda la manufactura de un blockbuster. Por lo menos Harald Zwart, el director del filme (cuya filmografía incluyeKarate Kid yAgente Cody Banks), no se complica e incluso logra algunos momentos de tensión y un ambiente sombrío a tono con el título en español. La fotografía y los efectos, sin ser espectaculares, de menos cumplen con la función de verosimilitud (con todo y la escena de la vidente y el piano, algo chusca) que requiere una historia donde aparecen vampiros, hombres lobo, demonios y una especie de seres de procedencia angelical (los cazadores de sombras del título). Digamos que se apegó al manual y tuvo los recursos para hacerlo.

Pero no es ahídonde la película cojea, sino en la tridimensionalidad de sus personajes y su historia. Y no me refiero a la 3D, sino a su profundidad.

A pesar de que la trama es “de crecimiento”, de esas en las que un personaje común de repente se encuentra con que tiene poderes excepcionales y un secreto guardado, y que el equilibrio del mundo pende de que se mantenga en bajo perfil el mayor tiempo posible, la historia no está bien manejada. Es, incluso, risible.

Clary (Lily Collins, la mejor del reparto) es una adolescente que vive sólo con su madre, con quien tiene una relación difícil, y que en una noche de fiesta empieza a notar que ve cosas que otros no pueden ver. Duda de su cordura, pero al día siguiente todo se viene abajo cuando reaperece uno de los miembros del grupo al que la noche anterior sólo ella pudo ver cómo mataban a alguien. Pero Jace (Jamie Campbell Bower) está ahí para ayudarla, pues la mamá de Clary ha desaparecido y su casa ha sido destruida. Así que necesita refugio.

Y se la llevan a una casona oculta en Nueva York, adonde descubre su procedencia.

Lo que sigue es la clásica batalla entre el bien y el mal, el aprendizaje para dominar las habilidades y el romance entre los protagonistas. Es de risa loca cuando Clary descubre que su padre es el líder del lado oscuro, que ha estado coqueteando con su hermano (¿Leia y Luke?), que su mamá la tenía tan protegida que hasta un hechizo de olvido le echó y que es sumamente poderosa.

En fin, parece como si la autora hubiese hecho un licuado con George R. Martin, J. K. Rowling, George Lucas, Stephenie Meyer y hasta Dan Brown.