En primer lugar, la palabra en español ni
siquiera existe. Es un neologismo supuestamente responsivo a "secuela", sacado
de la manga y que en latín culto significa "with
money dances the dog
".
Es la manera de los productores con signos de euros
en lugar de pupilas de decirnos: "nos importa un comino echar a perder una buena historia en el inconsciente colectivo
de la gente. Si algo produjo dinero un día, puede volver a hacerlo, aunque
acabemos matando al animal".

Los precuelistas
lo quieren saber todo, lo que importa y lo que no, hasta lo que sobra y
molesta.
TODO. Es como este síndrome de la pareja adolescente: se cuentan hasta
la hora que fueron al baño y cómo les salió el numerito. Todos los misterios
suelen ser develados y el ejercicio de imaginación del buen espectador se
vuelve innecesario-como cuando imaginábamos la caída en el lado oscuro de Darth
Vader y luego nos trajeron un chamaco medio zonzo y demasiado guapo al que
nunca le creímos (Hayden Christensen como Anakin Skywalker en El ataque de los
Clones
en 2002)-.

Una noticia precuelistas: lo importante
de la historia YA lo sabes, lo viste en la película original. Esa es la razón
por la que el guionista se quemó las pestañas pensando en qué momento ubicar la
historia. Si lo anterior fuera necesario, el guionista lo habría incluido.
Daaa.

Aún con esta decepción anunciada y por
alguna razón que se ubica en el cerebro reptiliano, las precuelas siguen teniendo
éxito simplemente porque la gente asiste a las salas.
Sólo por eso, conviene
dar una vueltita por la joven historia de esta especie de placer culpable
fílmico.

¿Quién
empezó la tontería?

Según dicen fueron los ingeniosos
periodistas que en 1974 trataron de nombrar el apartado donde conocemos la vida
del joven inmigrante italiano Vito Corleone, en The Godfather II
(Coppola,
mismo año). Dado que los momentos con un Robert De Niro joven y ultra guapo son
una obra maestra, los críticos de aquél entonces denominaba a este momento una
‘precuela’ de aquella saga que servía de columna vertebral a la película, donde
Michael Corleone renuncia a su vida de civil para convertirse en el sucesor de
su padre como jefe de la mafia italiana.

Las
precuelas por venir

Ridley Scott acaba de confirmar no una,
sino dos precuelas a su película Alien, de 1979.
La idea da un poco de
escalofríos pues Scott es dueño de un lenguaje fílmico fuera de la norma pero
sólo cuando quiere: su carrera está manchada de películas menores y aunque no
se puede olvidar que es director de por lo menos dos obras maestras (Alien y
Blade Runner
), el que haya dicho que será ‘mejor que Avatar‘ y que planee
rodarla en 3D invita a pensar que quizás esta no sea una de ellas. El asunto de
que sea precuela, sólo porque Sigourney ahora está demasiado grande para luchar
a patadas contra un alien, tampoco luce muy prometedor. Esperemos que la opción
para sacar más jugo de la franquicia sea crear un mundo nuevo y olvidar las
referencias de la llegada de Ripley a aquel planeta desconocido en la nave
Nostromo.

Otra precuela por venir es The Hobbit, que será dirigida por
Guillermo del Toro
y donde la mano de Peter Jackson sólo se verá en la
producción. Dado que la historia fue escrita por Tolkien en orden (el Hobbit
antes que el Señor de los Anillos) es probable que esta precuela fílmica no
apeste del todo, pues está pensada así desde origen.

Una
excepción que confirma la regla:

The
Good, The Bad and The Ugly,
(Leone 1966), que realmente podría o no ser una
precuela, depende del criterio que se use para nombrarla. Precuela o no, esta
peli es una joya que hay envejecido muy bien y trasciende cualquier género. Si
no la has visto, estás desperdiciando un poco tu vida. Por si acaso, también
tienes que ver A fistful of dollars (1964) y For a few dollars more (1965)