Platicamos con Brad Pitt en el Tank Museum de Dorset, Inglaterra. Nos contó su vida dentro del tanque M4 Sherman, y de su papel, el comandante Don ‘Wardaddy’ Collier.

¿Cómo fue vivir dentro de un tanque de guerra durante la filmación?

Fue una experiencia miserable y, a la vez, fantástica. Para pasar dos meses en un campo militar tuvimos un periodo de entrenamiento (que incluía el manejo de tanques y simulacros de batalla), fue demasiado extenuante, está diseñado para desmoronarte física y mentalmente. Durante la filmación pasamos noches enteras dentro de los tanques; la idea era recrear situaciones tal cual las vivieron los soldados durante la Segunda Guerra Mundial.

¿Dormían todos dentro del tanque?

Así es, estuvimos juntos por dos meses en medio de la nada, dentro de campiña inglesa. Ya sabes, la niebla y la nada en el horizonte. Convivimos como familia, pero, al final del trayecto, estar dentro del tanque fue muy apretado, mentalmente eso influye en el temperamento de tu personaje. Afortunadamente, no todas las escenas fueron dentro, se construyó un set con las dimensiones exactas de la cabina del tanque.

¿Cómo te impactó recrear la guerra?

La idea del director David Ayer era la de retratar nuestra comunión, y esa desesperación que da el habitar en un tanque durante tanto tiempo. Teníamos casa de campaña, pero había demasiada humedad, mucho frío y comida limitada. Todo estuvo planeado para vivir en condiciones precarias. Sin embargo, lo que vivimos no puede compararse a una situación de conflicto real. Lo que yo hice fue documentarme y ver muchas imágenes de la Segunda Guerra Mundial para tratar de sensibilizarme, pero jamás podrás igualar el verdadero dramatismo.

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Fury (Chilango)