Por Josue Corro

Burton ya no es Burton.

Se nos perdió en algún momento de la década pasada. Tal vez, después de la infame Planeta de los simios. Y no, no es que no haya hecho nada rescatable a partir de entonces, de hecho, creo que Big Fish es una de las cintas más emotivas, románticas y cardiacas que he visto en mi vida. (Pero qué tanto Burton hay de ella… prácticamente, sólo su nombre sobre el cartel)

Su fórmula se desgastó. Su fórmula se trasformó de un expresionismo moderno, a un abuso de los CGI. Su mirada claroscura sucumbió frente a unos efectos especiales cromáticos. No evolucionó, simplemente dejó que su esencia muriera.

Por esto, al ver Alicia, nos duele saber que este director nos engaña, nos vende un producto momentáneo, un oasis visual. La Alicia de Burton debió tener ese aire dramático, esa historia metafórica de la sociedad victoriana de la época. Pero en esta versión de Alicia, la trama pasa a un segundo plano ante toda esta tecnología 3D que alaba más el nivel técnico, que la esencia misma de Lewis Carrol: Alicia representa ese paso de la madurez, esa escala ínfima entre ser niña y convertirse en adulta.

Desde el principio de la película entendemos que no tiene nada que ver con la versión de Disney, sino que nos enfrentamos a una Alicia post adolescente que debe de contraer matrimonio y vestirse como una señorita. En una fiesta -donde se anuncia su compromiso-, tenemos un deja vu: un conejo blanco vestido con chaleco y con un reloj, se mete a una madriguera y… comienza el show.

Alicia cae a Wonderland y comienza una odisea por cumplir su destino: matar a una especie de dragón, porque ya está predestinado. Ahí comienza su travesía fantástica, donde conoce a un sinfín de personajes y sobretodo inicia una línea argumental predecible: Alicia debe de "descubrirse" y encontrar el rumbo de su vida.

A la mitad de la cinta conocemos al mejor personaje del film: La Reina Roja. Una malvada monarca con problemas cefálicos que no sólo gobierna con terror, sino que le corta la cabeza a cualquier persona que le caiga mal. La interpretación de la Bonham Carter nos lleva entre el drama y la comedia. Hablando de actuaciones, la debutante Mia Wasikowskai -con un rostro que oscila entre Gwyneth Paltrow y Claire Danes- brinda el gesto perturbado de una mujer que no encuentra cómo emprender el camino de su vida. Bien por Burton en estos dos puntos. Una sorpresa que tuviera esa magia aún, para dirigir de esta manera a dos actrices

También aplausos para los vestuarios y el maquillaje. Pero estos puntos ya se tenía contemplado que iban a ser joyas.

Pero… las fallas son pecados capitales. Y sólo nombraré dos porque, desde hace dos días que la vi, cada vez que alguien me pregunta «Cómo está», les contesto que está muuuuy mala, veo su cara de decepción. Así que dos cosas:

a) ES PARA NIÑAS FANÁTICAS DE BURTON DE 12 AÑOS. Si, muchos colores, bromas insulsas, un guión que no tiene congruencias y sobretodo, que peca de infantil. A verTim, no porque digan palabras "fuertes" o haya cadáveres, significa que sea una obra madura. Una obra madura emana a través del coraje de enfrentar tus pasados y no tenerles miedo. De no irse por lo seguro, por el éxito de taquilla.

b) JOHNNY DEPP Y SU BAILE. Sí, desde que lo conocemos, bueno a su personaje sabemos que bailará Nosequemugreritmo. Pero ¡por Dios! Cuando lo hace es como ver una escena del karaoke de Shrek, con Jackass y musicalizada por el stereo de un microbús.

Pero más allá de esta crítica, es un film que se debe de ver con una perspectiva tan clara como triste: es la epítome del cine dominguero: entretenimiento momentaneo, tan momentáneo que saldrás del cine y no habrá nada que discutir más allá del: «Qué bonitos vestidos usaba Alicia».

Y cuando este es el comentario general de una película esperada durante meses… qué más hay que decir. Sólo que Burton ya no es Burton.