Después de los estrenos del verano y sus grandes producciones llenas de superhéroes, villanos y comedias ligeras, el Tour de Cine Francés sirve como respiro para aquel espectador que busca “algo más” en el cine. Desde caras nuevas hasta dramas verosímiles que se sustenten por un buen guión.

Su director, Leopoldo Jiménez, lleva varios años siguiendo el ritual: recorre los festivales internacionale, como los de Cannes o Berlín, en busca de las siete películas que conformarán cada edición.

De entre casi 200 cintas elige, según sus palabras, «las que hagan más sentido con el público mexicano». Sin pasar por alto dos aspectos esenciales en su selección: director y elenco.

Esta edición, por ejemplo, veremos una historia transgresora de amor con Una nueva amiga, en la que el protagonista (Romain Duris) decide vestirse de mujer tras la muerte de su esposa para cuidar al bebé de ambos.

Más allá de la anécdota, François Ozon, el director, muestra un mundo en el que el gusto por el travestismo no se encajona en el de la homosexualidad, en pleno debate por el matrimonio gay en Francia.

Otra cinta imperdible es un thriller con Matthieu Kassovitz (Nino, el novio de Amélie), Un ilustre desconocido, en la que un hombre con una vida aburrida decide copiar la existencia de los demás hasta que llega a un punto de no retorno.

En cuanto a comedias, El precio de la fama presenta una historia basada en hechos reales sobre cómo dos ladrones deciden robar el ataúd donde yace Charles Chaplin para pedir rescate por su cuerpo.

Además de la historia de una cantante de ópera desafinada en Marguerite, la de un escritor que usurpa los textos de otro recién fallecido, en Un hombre ideal, un drama de migrantes de Senegal, con Samba, o la comedia romántica Me quiere, no requiere, en la que los polos opuestos se atraen.