La llegada (2016), Sicario: Tierra de nadie (2015) y La mujer que cantaba (2010) son algunas de las grandes películas que hemos visto en esta década, las tres dirigidas por el canadiense Denis Villeneuve, uno de los más destacados cineastas de nuestros tiempos, quien tomó las riendas de lo que en un principio parecía una mala idea y resultó ser una de las mejores películas del año. Ya la vimos y aquí va nuestra crítica de Blade Runner 2049.

La película no es un replicante de la de Ridley Scott, no es una secuela que busque explotar la nostalgia, más bien toma su propio camino y lo hace de manera extraordinaria y también es uno de los trabajos más sobresalientes dentro del género de la ciencia ficción.

Por acá puedes leer la entrevista que nos dieron Ryan Gosling y Harrison Ford.

Las imágenes y los escenarios son increíbles, inmediatamente se funden en la memoria. Los planos tienen una composición  cuidada y las transiciones hacen fluido el relato, mientras que la iluminación es un deleite para los ojos, los juegos entre penumbras, claroscuros y siluetas son un elemento muy presente y va de la mano con una paleta de los colores predominantemente amarilla y gris.

Es mejor contar lo menos posible de la trama y dejarse sorprender. Hay una continuidad entre ambas cintas, obviamente, pero están unidas por un hilo fino y tenso gracias al guión de Hampton Fancher, lo suficientemente ingenioso para ponerte en el filo de la butaca. Fancher no sólo escribió la cinta anterior y su videojuego, también está detrás de la historia de los cortos 2048: Nowhere to Run y 2036: Nexus Dawn, que funcionan como antesala a este largometraje.

El protagonista es «K», interpretado por Ryan Gosling (el actor da el ancho, su rostro adusto va perfecto con el personaje), un Blade Runner mortal, rechazado por la sociedad y quien sólo es reconfortado por la cubana Ana de Armas en su papel de Joi. Un misterio se detona luego de que «K» retira a un replicante en una granja y descubre una caja enterrada junto a un árbol, que contiene un secreto capaz de cambiar el rumbo de los suyos. En cuanto a Harrison Ford, basta decir que tiene un regreso que le hace justicia a Rick Deckard.

La cinta muestra los estragos potenciales de nuestras acciones, pero principalmente sigue girando en torno a las preguntas que pone sobre la mesa Philip K. Dick: ¿que nos hace humanos?, ¿la carne, los sentimientos, la vida? No hay una respuesta sencilla y la película tampoco busca simplificar en este terreno.

La película es completamente recomendable, pues hasta uno de sus elementos menos fuertes está bien hecho: La música tal vez no sea el rasgo más sobresaliente, porque el soundtrack de Benjamin Wallfisch y Hans Zimmer busca emular -de manera efectiva- al de Vangelis. 

En resumen, para nuestra crítica de Blade Runner 2049, diremos que este largometraje es de principio a fin todo lo que el cine debe ser, tanto en argumento como en su propuesta audiovisual.