Por: Omar Morales @OmarInMorales

Cuando un entretenedor se cuelga la etiqueta de artista, pienso en Björk y río a carcajadas. Y no es que tenga algo en contra de ellos, incluso yo soy uno de la estirpe y admiro a muchos entretenedores, pero creo que los egos provocan sobredosis de adjetivos y quelas diferencias merecen respeto.

Björk es una artista curiosa de ideas improbables, una virtuosa del canto y la composición, una productora lúcida y visionaria, una arreglista obsesionada con ensanchar paradigmas y cruzar fronteras, una creadora que merece sin regateos el adjetivo “genial”.

Contando el disco que grabó en su natal Islandia cuando apenas tenía 12 años, Björk acaba de presentar su noveno Lp de estudio como solista, Vulnicura. Quizá la sensiblería de acercarme a los 40 facilite las perturbaciones anímicas, pero la primera escucha de la canción que abre este disco me enchinó la piel, me provocó un gran suspiro y me llevó a los límites del llanto. En ese momento no conocía las explicaciones de Björk sobre el proceso de composición, sus motivos, las obsesiones que volcó en cada canción. Sólo pensé que en Vulnicura se desbordan las sensaciones, los sentimientos que anteriormente posó en tracks como Jóga o Cocoon.

La explicación que dio Björk de Vulnicura, en algunas de sus palabras traducidas y adaptadas, es esta: Durante un año escribí un disco por completo dedicado al desamor… Una cronología emocional con tres canciones antes y tres después del rompimiento… Una prueba del proceso biológico que implica el fin de una relación amorosa, la herida y lasanación de la herida, mental y físicamente… Esta transformación lleva atada un necio reloj, pero hay una salida…

El desamor transformado en arte sonoro, esto es Vulnicura. Las letras de Björk nunca habían sido tan francas y directas como en este disco, prácticamente no hay metáforas ni alegorías, no hay laberintos lingüísticos pero sí frases dirigidas a la parte masculina involucrada en la separación, otro virtuoso multidisciplinario creyente de la transgresión, su pareja por trece años, padre de su hija Isadora, el artista californiano Matthew Barney: Show me emotional respect, I have emotional needs, I wish to synchronize our feelings…Maybe he will come out of this loving me, maybe he won’t…I wake you upin night feelingthis is our last time together… Family was always our sacred mutual mission which you abandoned… Is there a place where I can pay respects for the death of my family…

Vulnicura es como una suite en tres movimientos, tres fases del rompimiento, una previa, una posterior y una indeterminada. En las notas del disco Björk pone en claro los momentos en que escribió algunas de las canciones. La primera surgió a nueve meses de la escisión definitiva, la segunda a cinco, la tercera a tres. Pausa. La cuarta vino dos meses después de la fractura, la quinta seis, la sexta once. Después la indeterminación.

Sobre los esqueletos de las canciones Björk encarnó los ritmos y atmósferas con el músico y productor venezolano Alejandro Ghersi, después compuso las armonías de cuerdas y voces que grabó en Islandia, para finalmente mezclar el disco con Bobby Krlic y Chris Elms.

Los ejercicios armónicos de Vulnicura no son nuevos para Björk, pero creo que de todos sus esfuerzos en este consiguió la amalgama más sólida entre violines, violas, chelos, contrabajos, patrones rítmicos dislocados y sonoridades electrónicas, resultando en una forma tan conmovedora como el fondo sensible del disco.

El lanzamiento de Vulnicura estaba programado para marzo próximo, coincidiendo con la exposición de su obra en el MOMA, pero el viernes pasado comenzó a circular una versión no oficial del disco en internet y Björk decidió adelantar la edición digital que ya pueden comprar en iTunes México por 120 pesos. El CD y Lp tardarán todavía un par de meses en llegar.

Mis favoritas de Vulnicura (palabra que el periodista de The Guardian, Michael Cragg, especula que fue inventada a partir de la combinación de Vulnerable y Cure): Stonemilker, History of touches, Notget y Quicksand.