Por Omar Morales

Con una voz imponente, un gran talento musical y muchos años de mala suerte, Charles Bradley no ha llevado una vida fácil y a sus 65 años esa escabrosa cotidianidad se escucha en sus canciones. No en balde su conmovedora historia ya provocó una película, que al tratarse de un drama difícil de creer, fue documental y no ficción: Charles Bradley, Soul of America.

Este hombre con facciones de roca es dueño de una de las voces más potentes y desgarradoras que han sido registradas en una obra fonográfica durante este siglo. Nació de raza negra en 1948 en Florida pero la vida lo llevó a pasar la mayor parte de su infancia, literalmente, en las calles de Brooklyn. Cuando tenía 14 años su hermana mayor lo invitó a un concierto de James Brown en el Teatro Apollo, ahí decidió que sería un cantante famoso y al volver a casa se puso a practicar con una escoba los movimientos del padrino del soul. Pero la pobreza, el hambre y la necesidad lo alejaron de sus aspiraciones musicales, entró a un programa gubernamental para conseguir trabajo, fue asignado a un bar donde lo entrenaron como cocinero y con ese oficio trabajó desde Maine hasta Alaska.

Hasta antes de 2010 la vida de Charles Bradley estuvo llena de claroscuros: llegó a vivir en la indigencia, casi muere por una negligencia médica (es alérgico a la penicilina), su hermano fue asesinado en las calles de Brooklyn y durante décadas esperó una oportunidad en la industria musical mientras pasaba por una serie de trabajos irreales combinados con su show como imitador de James Brown… Y aquí entra lo increíble: una noche estuvo en el lugar adecuado en el momento indicado, cuando uno de los dueños y cofundadores de Daptone Records visitó el bar donde Bradley le rendía tributo a Brown, bajo el seudónimo de Black Velvet, y decidió ofrecerle un contrato discográfico.

Charles Bradley “Strictly Reserved for You” from Final Cut on Vimeo.

En 2011, a sus 62 años, Charles Bradley presentó su disco debut con título inmejorable: No time for dreaming. Un crisol de música negra lleno de dolor: pobreza, muerte, pena, desesperanza y desesperación. Su historia personal, su voz y sus canciones han llamado la atención de muchos, lo que le ha permitido vender decenas de miles de copias, hacer una gira internacional y lanzar a la venta un segundo disco, Victim of love. El cambio de vida le dio luz a las canciones de Bradley, hoy llamado “The Screaming Eagle of Soul”, pero musicalmente no hay variaciones y ni falta que hacían, su mezcla de soul, blues y funk es irreprochable. Mientras que No time for dreaming es de tonalidades oscuras y está dedicado a los pesares y desazones en la vida de Bradley, Victim of love es un disco luminoso dedicado al amor en varias de sus facetas. El trabajo de grabación, dirección musical y producción es impecable. En ambos discos la batuta la llevó Thomas Brenneck, quien además compuso las canciones junto a Bradley, y fueron acompañados por la Menahan Street Band (el grupo de casa de Daptone Records fundado por Brenneck).

Por sus cualidades melódicas, tímbricas y armónicas Victim of love pudo ser grabado en la segunda mitad de la década de los sesenta del siglo pasado, pero en esos años Charles Bradley intentaba sobrevivir cocinando en un local de poca monta. 53 años después de haber visto a James Brown en el Teatro Apollo de Harlem, ese niño que comenzó ensayando con una escoba sus movimientos por el escenario, que vivió en la calle y estuvo a punto de morir, dará este año varios conciertos por Europa y ha presentado un gran segundo disco lleno de soul.