Por: Omar Morales @OmarInMorales

Las reacciones instintivas que surgieron de mis entrañas al escuchar este disco fueron llorar y gritar al cielo:¿por qué te nos fuiste, Roger, por qué dejaste Pink Floyd?Desesperado, derramando lágrimas, corrí a los estantes de mi fonoteca y nervioso, con la respiración entrecortada, busqué en la letra P y saqué con urgencia la edición italiana que tanto me envidian del Dark side of the moon.

Ya con los niveles de serenidad recuperados sequé mis mejillas, me apapaché un poco (Omar, no te claves, sólo es un disco más…), serví un poco de whisky, me acerqué al reproductor, le puse play a esta obra maestra de la música popular del siglo XX y recordé que desde niño (gracias al tío pacheco que todos tenemos) venero a este grupo:

Con los latidos finales de Eclipsey tres whiskys después, recordé que por consigna propia no suelto mis ideas acerca de un disco sin antes haberlo escuchado por lo menos 10 veces, así que apuré mi trago, agarré unos audífonos y salí a caminar con el optimismo envalentonado. Las primeras impresiones pueden ser engañosas y además se trata de Pink Floyd, claro que una versión muy fracturada de ese grupo que nos ha volado la conciencia y la cabeza a tantos, pero su despedida no puede ser tan agria, ¿o sí?

The water flowing / The endless river / Forever and ever.” Gilmour / Samson

Este disco va en sentido contrario a la tradición vanguardista de Pink Floyd. La mayor parte de sus obras tienen intenciones musicales futuristas; en sus grabaciones y conciertos se empeñaron en romper los esquemas que enmarcaban sus composiciones e interpretaciones. Pero The endless river es una vuelta atrás, es un adiós cargado de nostalgia y referencias al pasado del grupo. El título fue tomado de la última línea de la última canción del disco TheDivisión Bell, que a su vez tiene origen en una de las canciones más populares del primer Pink Floyd, See Emily play.

Oficialmente este grupo se formó en 1965 con Syd Barrett, Roger Waters, Richard Wright y Nick Mason. Gilmour fue reclutado dos años después y el desequilibrio mental de Barrett lo fue alejando del grupo hasta su salida definitiva en 1968. Waters se fue apoderando de la dirección creativa y bajo su mando produjeron varias joyas, pero a finales de los 70 comenzaron las diferencias creativas y de personalidad que desembocaron en la salida de Waters en 1985 y una ruda batalla legal por el nombre.

Ahí empezó la tercera etapa de Pink Floyd, la de Gilmour, la de un par de discos irregulares y giras grandiosas. Por iniciativa de Bob Geldof hubo una irrepetible reunión del grupo en 2005, Sid Barrett murió en 2006 y Richard Wright en 2008. Pink Floyd llegó a su fin y The endless river es su despedida parcial, un homenaje que Gilmour y Mason dedican a Wright.

Es impreciso calificarlo como “el nuevo” disco de Pink Floyd, porque la mayoría de sus partes fueron construidas con cintas de 1994 y en una porción menor con material de 1969. En el proceso de producción deTheDivisión Bell, Gilmour, Wright y Mason grabaron poco más de 20 horas de maquetas y ejercicios de improvisación que no fueron utilizados en la edición final del disco.

Gilmour y Mason decidieron utilizar esos archivos como base para la creación de este disco casi instrumental; contrataron a Phil Manzanera (Roxy Music), Andy Jackson (ingeniero de Pink Floyd desde 1980) y Martin Glover (Killing Joke) como productores del disco; Manzanera y Jackson editaron las 20 horas de material convirtiéndolas en una especie de suite en cuatro movimientos; Gilmour, Glover, Manzanera , Jackson, Guy Pratt, Bob Ezrin, Jon Carin, Damon Iddins y Anthony Moore grabaron guitarras, bajos y teclados sobre las cuatro piezas editadas, les añadieron coros, cuerdas, la voz de Stephen Hawking y el saxofón de Gilad Atzmon, para editar el disco menos interesante en la historia del grupo (incluso con su irregularidad y artificialidad, A momentarylapse of reasontiene más destellos de novedad que The endless river).

Creo que a este disco le faltó un trabajo más objetivo y menos sentimental de edición, pensar más en la armonía de una obra que en la nostalgia de un homenaje. Al lado uno le sobra la parte tres; la parte tres del lado dos es reiterativa y la cuatro es infame por cursi; el lado tres podría pasar de la parte dos a la cuatro y yo hubiera iniciado el lado final en la tercera parte. Material inédito que asombra únicamente por la capacidad de Gilmour para conservar los timbres y texturas de su voz y guitarra que siguen enchinando pieles.

Theendless river vale como documento histórico, como registro y testamento de uno de los grupos más importantes e influyentes en la historia del rock.Con más cohesión y menos monotonía hubiera sido un disco sobresaliente, así como está me parece un trabajo aburrido y dispensable que sólo los fanáticos más aguerridos de Gilmour defenderán y apreciarán. Yo sigo siendo de los que aman al Pink Floyd encabezado por Waters, así que archivaré este disco y pondré el lado en vivo de Umma Gumma.