Por: Omar Morales @OmarInMorales

Endulcemos la realidad con un poco de memoria: Leonard Albert Kravitz es el único ser sobre la tierra que ha ganado en cuatro ocasiones consecutivas el Grammy a Best Male Rock Vocal Performance(sí, ya sé que es un premio con el sentido estético nublado, pero igual es un récord envidiable); también es de los contados solistas en el universo del rock y el pop que han vendido más de 40 millones de copias con sus discos; de los aún más escasos artistas capaces de ejecutar todos los instrumentos en un disco de rock estándar; un productor celoso de la sonoridad, dueño de su propio estudio de grabación y sello discográfico, que además se da el gusto de diseñar interiores, modelar y actuar (esta última la menor de sus habilidades artísticas, por cierto).

Lista de cualidades que sirve de amortiguador para decir con tranquilidad que el décimo disco de estudio de Lenny Kravitz es tan inconsistente como su participación en Los Juegos del Hambre…

Antes de escribir esta reseña escuché, enteritos, los 10 discos de estudio que ha publicado Lenny Kravitz entre 1989 y 2014, y cerré el ejercicio evocativo con su Greatest Hits del 2000. Mi conclusión,Lenny Kravitz es capaz de enchinar pieles con algunas de sus canciones, pero después de su cuarto disco se comenzaron a diluir la potencia, acidez y sensualidad que emanaban sus composiciones. Let love rule, Mama said, Are you gonna go my way y Circus han alcanzado la edad de los clásicos con mucha dignidad, son discos con una gran mezcla de rabia, distorsión, sonidos vintage, amor, cachondeo, psicodelia, guitarras acústicas, órganos Hammond, coros memorables y riffs punzantes. Así que la discografía de Lenny Kravitz es como la historia del maratonista novel que arrancó a toda velocidad y para el kilómetro 40 ya sólo podía caminar…

Strut es otro intento fallido por recuperar su vieja forma, que al igual que sus antecesores It is time for a love revolution de 2008 y Black and white Americade 2011, son discos de consistencia blanda, irregulares, impotentes e inofensivos. En los tres se pueden escuchar canciones pegajosas y atractivas, pero ninguna con la metafísica musical de sus viejas glorias.

Para su décimo disco de studio Kravitz optó por melodías aún más sencillas y compactas de las que acostumbraba; las bases rítmicas de Strutse limitan a su función de sostén y apenas tienen variantes; armónicamente las cancionesabusan de la monotonía y los arreglos más emocionantes recaen en los coros de Tawatha Agge y el saxofón de Harold Todd; no hay en todo el disco un riff o solo de guitarra que nos recuerde que estamos escuchando a un ícono de ese instrumento (¿recuerdan el inicio explosivo de Are you gonna go my way?; las letras de Kravitz siguen siendo tan inocuas y ordinarias como en la mayoría de su discografía (tan sólo en las dos primeras canciones deStrutusa en 13 ocasiones la palabra love y resultanincomprensibles los motivos de la canción 10,Happy birthday); y creo por tramos la sonoridad no es la adecuada, Kravitz abusó en algunas canciones de efectos como flanger ychorusen busca de un tratamiento new wave, pero en vez de resultarle un experimento retro sólo consiguió sonidos anacrónicos (Sex y Thechamber, por ejemplo).La forma física de Lenny Kravitz a sus 50 años es envidiable y digna de admiración, pero su mejor forma musical se quedó en el pasado .

Con todo esto Lenny Kravitz no ha perdido la habilidad de producir canciones efectivas, que conmueven y se adhieren rápidamente a la lengua y pies. Mis favoritas del disco:Sweet gitchey rose, I never want to let you downy Frankenstein.