Por: Omar Morales @OmarInMorales

Arcade Fire es el acto de rock canadiense más relevante de nuestros tiempos (que no el más exitoso en terrenos comerciales, ya que ni por asomo se acercan a las cifras millonarias de Nickelback), y han logrado que su cuarto Lp de estudio, Reflektor, se convierta en un suceso artístico de dimensión global y en el lanzamiento fonográfico más esperado del último trimestre del año (con todo respeto a los fanáticos de Gaga, claro está).

Mejorar la cosecha de éxitos obtenidos con su disco anterior, The Suburbsde 2010, se antoja imposible: Grammy Award y Juno Award (el equivalente a los Grammy en Canadá) a mejor disco del año, BRIT Award a mejor disco internacional y el Polaris Music Prize a mejor disco canadiense. ConThe Suburbslograron consolidar una imagen sonora grandilocuente y melodramática: líricas oscuras disfrazadas de melodías pop y armonías barrocas de múltiples capas. Arcade Fire es un grupo que puede ser descalificado con múltiples adjetivos, pero creo que el de aburrido difícilmente puede aplicar.Con Reflektor se lanzaron a unexploración musical que quizá nadie esperaba y los resultados, aunque rebatibles, han dejado a muchos con la boca abierta (incluyéndome).

Arcade Fire – Reflektor from GTV on Vimeo.

Invariablemente he brincado con canciones de sus tres discos anteriores (Neighborhood 1 y 2 del Funeral, The well and the lighthousey No cars go del Neon Bible, Ready to start y Empty room de The Suburbs) pero nunca me imaginé bailando con Arcade Fire como música de fondo.Reseñar es especular, intuir motivos y construir teorías. Para míReflektor es consecuencia de una muy afortunadarevisión de algunos anaqueles de la música popular de la década de los setenta. Punk, New Wave, Reggae, Glam, Disco, combinados con las cualidades melódicas y armónicas de Arcade Fire han resultado en un disco doble de poco más de 75 minutos.

A mi gustoReflektor tiene varias virtudes y un enorme defecto. Es un disco que, para la trayectoria del grupo, puede ser calificado de experimental por sus ejercicios rítmicos, pero que también conserva las cualidades sonoras de Arcade Fire, algunas canciones remiten de inmediato a las bolas de espejos y las pistas de baile sin que se pierdan las huellas auditivas de los canadienses (Reflektor, We exist, Afterlife). El trabajo de la base rítmica, que creo mucho le debe al productor James Murphy, demuestra habilidades poco conocidas del baterista Jeremy Gara (los tracks3 y 4, Flashbulb eyes yHere comes the night timeson un buen ejemplo de su versatilidad). Los añadidos electrónicos de sintetizadores y cajas de ritmo (obra de Murphy también) suman actualidad a las composiciones,los arreglos de metales son armas discretas pero potentes, los coros de Régine Chassagne son quizá los más encantadores de su discografía, y las metáforas y alegorías en las letras son cada vez menos cuestionables.

Win Butler ha reconocido queReflektor está inspirado en Haití y su música afroantillana, en la película Black Orpheus (1959)de Marcel Camus y en un ensayo escrito por el filósofo danés Søren Kierkegaard enel siglo XIX. Musicalmente rompe con las barreras de comodidad tras las cuales el grupo se había mantenido y es sin duda uno de los discos más interesantes del año. El gran defecto que le encuentro está en la edición, es un trabajo ambicioso y desmedido que no justifica el hecho de ser un disco doble. Algunos artistas son incapaces de reconocer que no todas las canciones que escogieron para una obra merecen estar ahí. Reflektor es un disco de búsqueda, compuesto, ejecutado y producido con pulcritud y precisión, pero que se pierde en su grandiosidad y se diluye a falta de contundencia. Un disco doble de 75 minutos en la era de la fragmentación fonográfica, más que un acto heroico, resulta una gran necedad…