Escuchar

el nuevo disco de Kanye West resulta peligroso. Se dicen tantas cosas de él,

todas ajenas a la música y el hip-hop, que a uno, a veces, le es difícil

acercarse sin prejuicios. No cabe duda que Kanye es uno de esos artistas que se

odia o se quiere, y de los que hay que revisar (a huevo) para más o menos saber

en que anda el mero mainstream.

El

pasado 22 de noviembre Kanye entregó su quinto disco. Un disco pop con aura

(involuntaria) electro y que por momentos sabe a hip-hop. Tiene 10 productores

y "cameos" con algunos de los nombres más grandes de la industria. Y su cartera

de invitados demuestra su capacidad de convocatoria y sus habilidades como

publirelacionista.

Tiene

a Beyoncé, a Nicki Minaj (una MC bastante feroz), Rick Ross (otro MC que más

bien se le ubica por pelearse con 50 Cent), John Legend (cantante de R&B),

Bon Iver (sí, el combo de folk-rock) y, por si fuera poco, dos miembros

fundadores del Wu-Tang Clan, Swizz Beatz (el súper productor de DMX y Cassidy,

entre muchos más) y Jay-Z entre sus invitados. Nada mal, y además a todos nos

queda claro lo conectadísimo que Kanye está.

Sin

embargo, ya escuchando con atención, sí se vale decir, por ejemplo, que las

habilidades de Kanye como MC dejan mucho que desear. En la canción que arranca

el disco, "Dark Fantasy", rima: "I look like a fat booty celine dion / sex is

on fire im the king of fire / i’m the king of Leona Lewis . . . ¿qué?, cosas del

estilo abundan en las rimas de Kanye. Lo bueno es que en esa canción sale The

RZA al rescate con uno de los beats más contundentes del disco. Era de

esperarse.

En

el segundo corte, "Gorgeous", Kid Cudi y Kanye le calientan el micrófono al

Raekown the Chef, uno de los MC más explosivos del Wu-Tang Clan, un veterano

que seguramente Kanye esuchaba mientras iba por sábanas a la tiendita. Éste es

otro de los momentos clave del disco.

"All

the Lights," la quinta canción, es difícil de entender. La música y las vocales

recuerdan a la época de: " . . . this is the rythm of the night" de los entusiastas chicos

de Corona (1994). Y en una de las partes que se pudieron ahorrar, Chris Rock aparece en

un interludio regalándose con todas las palabras "prohibidas" del inglés. Un

diálogo que es de lo más misógino de los últimos años. Tantas groserías no son

necesarias, además le quitan credibilidad al disco.

Los

tres sencillos que se manejan son "Power", "Monster" y "Runaway". De las tres

"Monster" es la que más entrega. Una fila de MCs compuesta por Jay-Z, Rick Ross y Nicki Minaj se monta sobre la producción

del mismo Kanye. Beats que siguen siendo electro, incluso con efectos que

recuerdan al House de Kevin Yost o Rinôçérôse, pero sin olvidar la

contundencia/cadencia del género con el que se identifica a Kanye.

"Power" es el sencillo pop del disco. Y "Runaway" es interesante por

diferente. Es una canción de 9 minutos que tiene a Pusha T, un cantante de

R&B, cantando: "… let’s have a toast for the assholes and the

douchebags". Todo sobre una capa robótica de percusiones rítmicas que recuerda

algunas partes del catálogo de Portishead. También recuerda a "Standing Outside

a Broken Phone Booth With Money in My Hand" de los Primitive Radio Gods.

Y

la cereza en el pastel (o panqué) es The RZA. Fundador y cerebro del Wu-Tang

Clan, colaborador de Quentin Tarantino y productor del soundtracks como

Afro-Samurai y Ghost Dog entre varios más. Y de lo bueno poco. Por eso sólo

aparece dos veces. En la primera produce la canción abridora y en la segunda

entrega las rimas que cierran "So Apalled", otro de los mejores momentos del

disco, y -sin duda- uno de los motivos por los que el disco merece atención.

Entre

los créditos aparecen personas como Fergie, Elton John, Rihanna y Big Sean, que

es de los artistas firmados en G.O.O.D. Music, el sello de Kanye. Y por su

ausencia el que más brilló fue Common. Si alguien se sabe el chisme, que lo

pase. ¡Ah! y cuidado, por si aún no se la acaba, ya en el 2011 viene el Watch the Throne. Sexto disco de Kanye.

Kanye

West es el más grande "junior" que el hip-hop ha dado. También uno de los más

arrogantes, y fuera de su producción, probablemente uno de los más

sobrevaluados. Un fenómeno comercial que cuenta con cierta credibilidad. Un

cruce de suertes que encontraron al Kanye en medio. El disco es bueno, pero no

dejemos que un foco (o un farol, si quieren) nos deslumbre.

PEQUEÑO PLUS. La opinión de la revista LIFE: "Oh, Kanye West, where would America’s

entertainment world be without your award-winning songs, your flashy music

videos, your over-the-top stage performances, and — oh yeah — that mouth of

yours? Seems like you can’t expel a breath without offending someone or coming

off as possibly the most arrogant man to ever wear sunglasses in a darkened

club at 4 a.m. over bottles of wildly overpriced Cristal."

"Power"

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