Por Chelito (@chelitochelito)

Una de las grandes sorpresas que nos ha dejado este 2010 es Tame Impala, cuarteto australiano que lanzó InnerSpeaker, su sorprendente ópera prima, el pasado mes de mayo.

Con sus cincuenta y tres minutos, InnerSpeaker es de las pocas obras de estos tiempos ultramodernos que rebasan la media hora y nos adentran a una atmósfera y un mood específico. Tame Impala no está inventando la rueda en términos sonoros, ni siquiera lo pretenden. Su sonido es un pastiche de influencias de la psicodelia sesentera; sin embargo, cuando el robo intelectual se hace con elegancia, pasa por innovación o redescubrimiento.

¿A qué suena éste disco? A líneas de bajo y batería que sirven como propulsores de una voz que aparece tímidamente en el fondo de un brebaje sónico de guitarras distorsionadas llenas de fuzz y delay. Un disco para que las nuevas generaciones redescubran la psicodelia en tiempos de hashtags y followfriday’s. Imprescindible en las listas de los mejor de este año.

"Solitude is Bliss"

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