Por: Omar Morales @OmarInMorales

Al reflejo de la temporada invernal de premios, la vida de Stuart Murdoch podría llevarse el Oscar a mejor guión original:nació en 1968 en un pequeño suburbio de Glasgow, de niñosus padres lo obligaron a tomar clases de piano y ese estímulo temprano explotaría más tarde en su oficio musical. A los 12 años formó su primera banda y mientras estudiaba en la Universidad de Glasgow fue diagnosticado con síndrome de fatiga crónica, una enfermedad neurológica grave que lo mantuvo prácticamente aislado del mundo durante siete años.

Fue en ese periodo de reclusión involuntaria que Stuart se convirtió en uno de los compositores más valiosos de su generación, un hacedor de canciones con estilo melódico inconfundible, un letrista irónico, melancólico, un poeta de la cotidianidad. Stuart ha contado que en su enfermedad descubrió un oasis al escribir canciones, que no se ha curado del todo pero que ha logrado acostumbrarse a los malestares permanentes, que después de innumerables tratamientos alópatas recurrió a una sanadora espiritual, una mujer cristiana que durante una hora le tocó el cuerpo y no le cobró por sus servicios. Una semana después de esa sesión Stuart sufrió la peor crisis de su enfermedad, pero durante los siguientes seis meses mejoró paulatinamente hasta el grado de poder llevar una vida “normal”.

Stuart es cristiano, vegetariano y abstemio, un modelo opuesto a los clichés de las luminarias pop, y según cuenta su esposa, el tipo menos romántico que se pudo encontrar, aunque en sus canciones se empeñe en demostrar lo contrario. En 1996 grabó un demo con ayuda de su compañero de universidad Stuart David que daría pie al primer disco de Belle and Sebastian, Tigermilk.

Después de nueve Lp’s de estudio mucho ha cambiado el Belle and Sebastian de Tigermilk y no. Desde que soy músico y grabo las canciones que construyo junto a otros colegas, he aprendido a escuchar y apreciar los discos ajenos en cuatro niveles: composición, armonía, producción y contexto, y creo que el nuevo disco de Belle and Sebastian es admirable por varios motivos.

Ya lo dije, Stuart Murdoch es un compositor virtuoso en su género, no es un cantante que impresione pero su voz y estilo son inconfundibles, además la experiencia y confianza le han permitido escribir letras menos ambiguas y más personales;sus músicos trabajan cada vez más enfocados en acompañar y potenciar sus ideas y melodías;la producción de Ben H. Allen consiguió el sonido más fiel del grupo en una sesión de estudio; en los arreglos de las canciones el grupo logró combinar lo mejor de su tradición con nuevas exploraciones tímbricas; y sin duda ésta es la más atractiva de sus emblemáticas portadas.

Belle and Sebastian suena tan bien como siempre y mejor que nunca. Algunos críticos y fanáticos se han llamado a sorpresa por los coqueteos electrónicos y discotequeros de canciones como Enter Sylvia Plath y Play for today, pero ya desde su primer disco el grupo jugó con estos elementos, sólo que no los había llevado a construcciones tan obvias, de hecho Enter Sylvia ganaría fácilmente un Eurovision.

Girls in peacetime want to dance es un disco melancólico y festivo a la vez, íntimo y político, naïf y sensual. Mis favoritas: Allie, The party line, Perfect couples y Today.